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Historia del maquillaje

Historia del maquillaje

Es en el antiguo Egipto que nos encontramos con la primera evidencia del uso de los cosméticos. Los faraones utilizaban pelucas como signos manifiestos de distinción social y destacaba el maquillaje en los ojos para evitar mirar directamente a Ra, el dios Sol.

Las mezclas de metales concedían matices verdes para impregnar y proteger los párpados de los nobles. Es también en la cultura egipcia que surge la distinción sobre el color de la piel. Cleopatra representó la belleza en aquellos tiempos. Carismática y poderosa, inmortalizó su tratamiento de baño en leche, cubriendo sus rostros con barro y maquillando sus ojos con polvo de kohl.

La obsesión por blanquear la piel

Se dijo que Popea Sabina tenía la piel muy blanca, gracias al resultado de los baños constantes en la leche de yegua. Ella lanzó la moda y todas las mujeres romanas comenzaron a usar máscaras nocturnas, donde ingredientes como harina y pan rallado se combinaban a la leche de yegua. En realidad es que la bella complementaba sus tratamientos de blanquear la piel maquillando las venas en la frente y el pecho con tinte azul. Este aspecto translúcido fue imitado con una mezcla de pasta de yeso, vinagre y claras de huevo por muchas décadas.

El Kamasutra, escrito entre los siglos I y IV, establece que la mujer ideal como Padmini, es aquella que tiene una piel fina, suave y clara como el amarillo de loto. En Japón, desde el siglo IX hasta el XII, período de Heian, la valoración de la piel blanca era la regla general. Para obtener el aspecto deseado las mujeres aplicaban un polvo de arcilla gruesa elaborado con harina de arroz, llamado oshiroi.

Alrededor del año 150 a.C., el físico Galeno creó la primera crema facial en el mundo, añadiendo agua a la cera de abeja y aceite de oliva. Posteriormente, el aceite de almendras sustituye al aceite y la adición de bórax contribuyó a la formación de la emulsión, minimizando el tiempo de proceso. Estaba ahí la primera base para apoyar a los pigmentos de dióxido de titanio y para facilitar la aplicación a la cara; nacía la base de crema facial.

No fue únicamente de coloración que la historia de los cosméticos trató. En la antigua Roma, la indignación masculina frente a los artificios femeninos de usar el maquillaje se registra en obras inmortales como Ovidio.

La belleza y la Iglesia

Los líderes religiosos expresaron su indignación contra el uso de cosméticos coloridos. En la historia de San Jerónimo se da la desaprobación evidente del acto de maquillaje visto como símbolos de las fuerzas del mal e impureza.

A finales del siglo XVIII, el Parlamento británico recibió el borrador de una ley que pretendía imponer a las mujeres la misma pena para el adorno de sus cuerpos que la que era impuesta por la brujería. De hecho, se consideraba que el uso de perfumes, cosméticos, lociones, cabello postizo, corsés de hierro, zapatos altos, eran penalidades que merecían castigo por seducir al hombre.

Pero a pesar de la postura radical de la iglesia y las costumbres estrictas, con los avances científicos, el acto de pintar los labios se volvió una moda desde el siglo XVII, cuando las pomadas coloridas se volvieron accesibles al pueblo y seguras. Aún en el siglo XVI la preocupación por la higiene personal fue abandonada, lo que irónicamente había contribuido a la influencia del uso de maquillajes y perfumes.

Maquillaje en la era moderna

El primer estilista llegó por primera vez en el siglo XIX, cuando se trajo una nueva fuente de prestigio a la moda. El artista Charles Frederick Worth abrió una tienda parisina en 1858 donde vendía modelos de abrigos y sedas de primera clase. La emperatriz Eugenia, esposa de Napoleón III era su clienta más famosa. En 1885, es fundada la Cámara Sindical de la Costura Parisina, que regula el arte de la alta costura. Paul Poiret, Vionnet Madeleine, Coco Chanel, Christian Dior, Cristóbal Balenciaga, Givenchy Hubert son los nombres que han cambiado la historia de la moda en el mundo, provocando la necesidad de un cambio radical en la industria de los productos de maquillaje.

Durante los siguientes 100 años París se estableció como una autoridad en moda, trayendo al mundo del maquillaje una nueva vida. Podemos decir que la popularización de la moda llegó en 1892 con el lanzamiento de la revista Vogue, teniendo como primeras modelos a personalidades como Gertrude Vanderbilt Whitney usando su propia ropa. Cuando Conde Nasta compró la revista en 1909, la publicación comenzó a tener un enfoque más atractivo, mostrando objetos de deseo para todas las mujeres.

Sólo en el siglo XX, con los avances en la industria química, los productos cosméticos se vuelven de uso común. En 1921, París se transforma en el hogar de una verdadera revolución en la historia de la barra de labios, es la primera vez que se envasa un producto de esta categoría en un tubo y se vende en el cartucho. El éxito es tal que en 1930 el comercio de barra de labios domina el mercado estadounidense, con lo que surge una nueva etapa para el desarrollo de estas formulaciones. Marilyn Monroe, símbolo del erotismo norteamericano, usaba maquillaje claro y pintaba sus labios de color rojo intenso realzando e intensificando su feminidad.

En los años 70, los cosméticos se hicieron muy populares a raíz de las colecciones de alta costura procedentes de Francia, Inglaterra e Italia.

Cada vez que un gran modisto lanzaba una nueva colección de colores y formas para la ropa, surgía una forma de maquillaje que combinase ese atuendo, un nuevo color de boca y una sombra específica para los ojos. Dior, Chanel, Yves Saint Laurent y todos los grandes fabricantes sorprendían con tentadoras creaciones.

Ya en los 800 entraría en lanzamiento las fórmulas evolucionadas de cosméticos pigmentados. Las fronteras del nuevo milenio finalmente entraron en escena con una tecnología de vanguardia adorada por el género femenino. El uso del maquillaje garantizaba propiedades interesantes sobre la belleza, como protección solar y control del envejecimiento de la piel.

En los años 90, hubo un beneficio visible que gana importancia vital. La alta costura tiene una dirección inteligente en esta nueva era. Británicos diseñadores de vanguardia como John Galliano y Alexander McQueen sirvieron para enlazar la fama de las celebridades con los estilos y tendencias de la belleza. La presencia de estos nuevos artistas cambiaría de nuevo la historia de la moda y el maquillaje. Yohji Yamamoto, Rei Kawakubo, Helmut Lang y Ann Demeulemeester son los precursores de una era de la belleza inteligente donde se busca conciliar el equilibrio entre estilo visual, olor y color.

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