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chabacano

chabacano
Lo que entendemos normalmente por ‘grosero, sin gracia y, por supuesto, de mal gusto’ recibe el nombre de chabacano, que, además de significar esto y ‘albaricoque’ en Méjico, se usa para referirse a la ‘lengua hablada en Mindanao y otras lenguas filipinas, mezcla de español, inglés y dialectos indigenas’, como fruto hibrido esperable después de la especial historia vivida por aquel pais que debe su nombre de agrave; Filipinas, a un rey español.
Del origen de la palabra debemos decir que hay pocas seguridades, y algunos autores la relacionan con la palabra chavo, que es una deformacion de la voz ochavo, es decir, ‘cosa de poco valor’, a partir del significado de ‘moneda de cobre de poco valor que valia un octavo de onza’. Segun esto, chavo tenia un valor general de ‘cosa de poco precio, ruin’, sentido que se ha aplicado con mucha frecuencia a las ‘frutas de aspecto poco apetecible o de especies inferiores a las normales’, quizá por la expresion ‘fruta de a ochavo’, la más barata y peor. Por otra parte, ya en 1661, Covarrubias en su Tesoro define chavacano como ‘hombre grosero, vulgar e impertinente’, con lo que se confirma el valor negativo del término, extendido desde un valor general hasta las frutas de escasa calidad, el hombre grosero, y, como vimos, a la forma de hablar el español en la antigua colonia.
A este respecto, y a pesar del siglo transcurrido desde la consecucion de su independencia, el chabacano es mayoritariamente español, en un grado que llega hasta a un setenta por ciento, al que hay que añadir el treinta por ciento restante de mezcla de tagalo, los dialectos y el inglés, como puede verse en este texto, transcrito por el periodista español contemporáneo Manu Leguineche: Te pregunta ti Juan, si tiene tu posporo, luz, pogon, cigarillo. Ya lliga tu na casa, después tire tu calenta agua para templa cafe. Luego ya el answer (‘respuesta’, en inglés).
Quizá sea bueno recordar que nuestra lengua aun se emplea para un buen numero de actividades cotidianas, que van desde contar, nombrar los dias, los meses o las profesiones, hasta comer, construir y amueblar una casa, saludarse, decir la hora e incluso palabras altisonantes. Además, y no solo de una forma activa, el español se mantiene, a pesar de la distancia geográfica y temporal, en dos aspectos que se conservan y transmiten sin apenas contaminacion: por un lado, los nombres (entre los que destaca el de Juan) y los apellidos (Marcos y Ramos han sido los de los dos ultimos presidentes), a veces tan expresivos como Jarabe, Boqueron o Dineros, y, por otro, los toponimos de muchos pueblos y ciudades que se llaman Leon, Valencia, Getafe, Toledo o Madrid.
Por ultimo, y como algo quizá menos visible, se considera que en un pais con 87 dialectos e idiomas, muchas palabras españolas comunes son utilizadas como vehiculo de traduccion entre ellos, lo cual no debe extrañar si tenemos en cuenta que las primeras gramáticas de los dialectos autoctonos fueron escritas por españoles.
Fuera de lo puramente linguuml;istico, y a modo de curiosidad, digamos que todavia en Filipinas se bailan jotas, que se ejecutan con castañuelas de bambu, y se cantan zarzuelas siempre acompañadas por una rondalla, como formas de una cultura popular que celebra las fiestas de la Virgen de la Peña de Francia, de Guadalupe y del Pilar, en el unico pais mayoritariamente catolico de Asia.

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