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Émile Durkheim: solidaridad social

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Para inclinarse sobre el estudio de la sociedad industrial del siglo XIX, Émile Durkheim se dio cuenta de la importancia de comprender los factores que explican la organización social, es decir, entender lo que garantiza la vida en sociedad y una conexión (mayor o menor) entre los hombres. Llegó a la conclusión de que los lazos que unirían a los individuos los unos a los otros en las más diferentes sociedades serían dados por la solidaridad, sin la cual no habría una vida social, siendo tal solidaridad del tipo mecánico u orgánica. Pero, ¿qué es solidaridad social? Para comprenderla es necesario tener en cuenta las ideas de conciencia colectiva (o común) y la conciencia individual, también estudiadas por ese autor. Cada uno de nosotros tendría una conciencia propia (individual) la cual posee características peculiares y, por medio de ella, tomaríamos nuestras decisiones en el día a día. La conciencia individual estaría unida, de cierto modo, a nuestra personalidad. Pero la sociedad no sería compuesta por la simple suma de hombres, es decir, de sus conciencias individuales, sino por la presencia de la conciencia colectiva (o común). La conciencia individual sufriría la influencia de una conciencia colectiva, la cual sería fruto de la combinación de las conciencias individuales de todos los hombres al mismo tiempo. La conciencia colectiva sería responsable por la formación de nuestros valores morales, de nuestros sentimientos comunes, de aquello que tenemos como cierto o equivocado, honrado o deshonrado, y de esa forma, ejercería una presión externa a los hombres en el momento de sus decisiones, en mayor o menor grado. Así, para Durkheim la conciencia colectiva hablaría sobre valores de aquel grupo en que está insertado como individuo, y sería transmitida por la vida social. La suma de la conciencia individual con la colectiva formaría el ser social, el cual tendría una vida social entre los miembros del grupo.

Por lo tanto, podemos afirmar que la solidaridad social de Durkheim se daría por la conciencia colectiva, pues esa sería responsable de la cohesión (unión) entre las personas. Sin embargo, la solidez, el tamaño o la intensidad de esa conciencia colectiva es la que va a medir la conexión entre los individuos, variando según el modelo de organización social de cada sociedad. En las sociedades de organización más simple predominaría un tipo de solidaridad diferente de aquella existente en sociedades más complejas, una vez que la conciencia colectiva se daría también de forma diferente en cada situación. Para comprender mejor, basta una simple comparación entre sociedad indígenas con sociedades industrializadas como las de las regiones metropolitanas de las principales capitales. El sentimiento de pertenencia y similitud es mayor entre los indígenas que pescan juntos cada mañana que entre los pasajeros de un autobús para ir al trabajo cada mañana. De esa forma, según Durkheim, podríamos percibir dos tipos de solidaridad social, una de tipo mecánica y otra orgánica.

En una sociedad de solidaridad mecánica, el individuo se vincularía directamente a la sociedad, siendo que mientras ser social prevalecería en su comportamiento siempre aquello que es más considerable a la conciencia colectiva y no necesariamente a su deseo como individuo. Conforme apunta Raymond Aron en su obra ‘Las etapas del pensamiento sociológico’ (1987, en ese tipo de solidaridad mecánica de Durkheim, la mayor parte de la existencia del individuo es orientada por los imperativos y prohibiciones sociales que vienen de la conciencia colectiva.

Según Durkheim, la solidaridad del tipo mecánico depende del grado de la vida social que la conciencia colectiva (o común). Cuanto más fuerte sea la conciencia colectiva, mayor la intensidad de la solidaridad mecánica. De hecho, para el individuo, su deseo y su voluntad son el deseo y la voluntad de la colectividad del grupo, lo que proporciona una mayor cohesión y armonía social.

Para Raymond Aron, este sentimiento estaría en la base del sentimiento de pertenecer a una nación, una religión, la tradición, la familia, en fin, sería un tipo de sentimiento que sería encontrado en todas las conciencias de aquel grupo. Así, los individuos no tendrían características que destacasen sus personalidades, como apuntamos en el ejemplo dado en relación a la tribu indígena, por tratarse de una organización social más simple.

En la construcción de su teoría, Durkheim también demostró cómo serían las características generales de las sociedades de solidaridad del tipo orgánico. Para ello, sería necesario entender primeramente la idea de la división social del trabajo. Mientras el capitalismo se desarrolla y comienza la producción a gran escala, fueron ampliándose los medios de producción y requiriendo cada vez más funciones especializadas. Además, y más importante, las relaciones interpersonales necesarias a la vida conforme aumentaban. Se ampliaba, de esa forma, la división del trabajo social, consecuencia del desarrollo capitalista, lo que daría condiciones para el surgimiento de sociedades con solidaridad de tipo orgánica.

En la solidaridad orgánica, se produce un debilitamiento de las reacciones colectivas contra la violación de las prohibiciones y, sobre todo, un mayor margen de interpretación individual de los imperativos sociales. En solidaridad orgánica se produce un proceso de individualización de los miembros de esta sociedad, que asumen funciones específicas dentro de esta división social del trabajo. Cada persona es una pieza de un gran engranaje, donde cada uno tiene su función y es este último que marca su lugar en la sociedad. La conciencia colectiva tiene su influencia reducida, creando condiciones de sociabilidad bien diferentes de las que se ven en la solidaridad mecánica, habiendo espacio para el desarrollo de la personalidad. Los individuos se unen no por sentirse semejantes o porque haya consenso sino porque son independientes dentro de la esfera social.

No hay una mayor apreciación de lo que es colectivo, sino de lo que es individual, el individualismo propio, valor esencial – como sabemos – para el desarrollo del capitalismo. Sin embargo, así como la observación, es importante decir que, aun cuando se debilita el imperativo social dado la conciencia colectiva en una sociedad de solidaridad orgánica, es necesario que este mismo imperativo se haga presente para garantizar mínimamente el vínculo entre las personas por más individualistas que sean. De lo contrario, tendríamos el fin de la sociedad sin lazos de solidaridad.

Diferencias aparte, podemos afirmar que tanto la solidaridad orgánica como la mecánica tienen en común la función de proporcionar una cohesión social, esto en una conexión entre los individuos. En ambas existen reglas generales, a ejemplo de leyes sobre derechos y sanciones. Mientras, en las sociedades más simples de solidaridad mecánica prevalecerían reglas no escritas, pero de aceptación general, en las sociedades más complejas de solidaridad orgánica existirían leyes escritas, aparatos jurídicos también más complejos. En suma, Émile Durkheim buscó comprender la solidaridad social (y sus diferentes formas) como factor fundamental en la explicación de la constitución de las organizaciones sociales, considerando para tanto el papel de una conciencia colectiva y de la división del trabajo social.

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