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Elizabeth

Elizabeth Henrique VIII
El rey inglés Enrique VIII se casó con la española Catalina de Aragón. El rey estaba ansioso de tener un niño, pero su esposa le dio una hija, María. Pero el rey quería un niño, para ser su sucesor, por lo que decidió volver a casarse. La Iglesia Católica no permitió que el rey pudiera casarse de nuevo, a menos que pudiera obtener la aprobación del Papa, pero esto fue negado.

Con la convicción de que sólo una nueva esposa le daría el hijo deseado, Enrique VIII fundó la Iglesia Anglicana. Fue allí que él pudo casarse con Ana Bolena, sin embargo, ella también le dio una hija, Elizabeth. Rechazando a su esposa por haberle dado a una niña, Enrique VIII realizó una acusación de adulterio contra su esposa, lo que resultó en la decapitación de Ana en 1536. El rey se casó de nuevo, con Jane Seymour, quien murió poco después de dar a luz a su hijo tan deseado, Edward.

Incluso después de realizar su deseo, el rey se casó y se separó en varias ocasiones. Cuando Isabel cumplió 13 años de edad, Enrique VIII murió. Como era de esperar, Edward tomó el trono cuando apenas tenía 9 años de edad.

El nuevo rey estaba mal de salud y permaneció en el trono por un corto tiempo cuando, muriendo de tuberculosis en 1553. El sucesor legítimo era María, quien era católica, lo que provocó que los anglicanos mostrasen su insatisfacción. Ello condujo a que Jane Grey, un pariente lejano del rey, tomase el relevo. María logró detener a los insurgentes y asegurar el poder. Ella estaba muy nerviosa y paranoica, después de asumir el trono intentó restaurar su religión en el país, enviando a 300 personas a la hoguera. Además, se casó en 1554 con el entonces rey de España, Felipe II, esta actitud se convirtió en uno de los más odiados hechos entre los ingleses que no aprobaron la unión de la delicada Inglaterra con España, la nación más fuerte en aquellos tiempos.

María sospechaba que su hermana Isabel fue detrás de las revueltas protestantes, por lo que decidió que fuese encerrada en la Torre de Londres, donde permaneció durante cuatro años. Con la muerte de María en 1558, Isabel tuvo la oportunidad de tomar el poder. Cuando llegó al poder se dio cuenta de que los británicos estaban divididos entre católicos y protestantes, y el tesoro real había terminado. El viudo de María I había sido tentado en el poder y, además, Francia mantenía una alianza fuerte y poderosa con la católica Escocia amenazando de una invasión desde el norte. Isabel organizó un equipo de asesores, cuya principal calidad era competencia. En lugar de desafiar el Parlamento promovió varias alianzas con él.

Elizabeth reforzó la autoridad soberana de los nobles pero, de otro lado, les cobró sus responsabilidades con la conocida como Ley de los Pobres, en la cual el señor feudal estaba obligado a cuidar de los necesitados de su feudo. Francia había propuesto una tregua, cediendo el puerto de Calais. A diferencia de lo que hizo con Francia, Elizabeth secretamente había financiado secretamente a grupos protestantes para desestabilizar el gobierno de su prima, la reina escocesa María.

Con estas acciones, se las arregló para mantener a Inglaterra libre de la invasión. La cuestión religiosa siguió siendo un problema importante con el inicio del reinado de la “reina virgen”, como se hizo conocida.

Elizabeth decidió volver a instalar la Iglesia Anglicana, fundada por Enrique VIII. Ella no quería una guerra civil pues dio voz a los católicos en el Parlamento. Sin embargo, los disturbios religiosos continuaron, de manera que en 1569, un grupo de nobles católicos se rebelaron en el norte de Inglaterra. Para acabar con esta revolución, Elizabeth mandó a masacrar a los rebeldes y confiscar los bienes de sus herederos, que fueron privados de la herencia. Por el contrario, el Papa excomulgó a Isabel en 1570.

En 1585, el rey español Felipe II declaró la guerra a Inglaterra, habiendo reunido la flota más grande jamás vista. En contraste, en territorio inglés había sólo 197 buques. Afortunadamente para los españoles, el reinado de Isabel fue víctima de una tormenta en el Canal, conocido como “castigo protestante”, y se volvió incontrolable. Los ingleses aprovecharon la oportunidad y masacraron a 5.000 soldados enemigos. Algunos españoles escaparon, entre ellos el duque de Medina-Sidonia. Esa victoria dejó a Inglaterra entre las grandes potencias de la época. Con la proximidad de la vejez y la muerte, Elizabeth estaba preocupada por quién sería su sucesor, el heredero al trono. Según algunos estudiosos, habría indicado a su sobrino, James I de Escocia, hijo de su primo rival, María. Para otros, no sucedió de hecho. Lo que se sabe es que la reina murió en 1603, y fue la última de la dinastía Tudor.

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