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El militarismo romano

Militarismo Roma
Desde el siglo IV a.C., el Estado romano emprendió una serie de conquistas militares tenían por objetivo inicial evitar la afrenta de pueblos vecinos y ampliar la oferta de tierras fértiles y pastizales. Sin embargo, el crecimiento de la población y la experiencia acumulada en los conflictos han transformado esta acción de defensa y supervivencia en una importante fuente de riqueza para Roma. De esa forma, durante más de cinco siglos, los romanos conquistaron las regiones de África, Asia y Europa.

Sin embargo, con el fin de someter a una gran cantidad de personas que habitaban en estas regiones del globo, los romanos tuvieron que mejorar la organización de su contingente militar. La alta cúpula del ejército fue controlada principalmente por ciudadanos de Roma o de las personas de otras regiones que recibieron la ciudadanía. Además, dominaba la resistencia presentada por los miembros de las comunidades que no poseía ningún derecho a la ciudadanía.

Otro factor de éxito en el proyecto militar romana está estrechamente relacionado con el hecho de no tener un costoso ejército permanente. Cuando era necesario, los romanos y otros pueblos subordinados eran convocados a participar de alguna importante envestida militar. Para que el rápido agrupamiento de los soldados tuviese lugar, el Estado romano tuvo la perspicacia de construir un conjunto de carreteras que interconectaba las varias y distantes regiones del imperio.

El pilar de la fuerza militar romana se concentró en supuestas legiones. Cada una fue compuesta de seiscientos hombres, siendo un medio formado por caballeros romanos y otros soldados de pueblos aliados. Las legiones solían ser divididas en manípulos, grupos de dos centurias que correspondían a una agrupación de 200 soldados. Finalmente, tenemos las decurias, las menores unidades militares formadas por 10 soldados.

Al mismo tiempo en que organizaron una compleja jerarquía militar, los romanos también tuvieron el cuidado de incrementar su tecnología de guerra. Desarrollaron armas pesadas que conseguían en poner murallas y fortalezas. Además, las técnicas de organización y defensa fueron perfeccionadas con el montaje de campamentos y la construcción de fortificaciones protegidas por fosos y empalizadas.

La distribución del ejército en el campo de batalla se llevó a cabo según la experiencia adquirida por cada uno de los combatientes. Los asteros (en latín: hastati) blandían armas más leves y generalmente tenían poca experiencia de guerra. Detrás de la línea del frente quedaban los príncipes y triarios (en latín: triari)i, veteranos que manejaban las armas más pesadas y eran accionados solamente cuando la confrontación se volvía más enconada.

Los mecanismos de subordinación y control del ejército romano fueron extremadamente estrictos. Cuando incumplían una orden o desertaban, los soldados podían ser castigados con trabajos forzosos, sometidos a golpes y, en casos más severos, condenados a muerte por decapitación. En contrapartida, aquellos que destacaron militarmente por algún acto militar brillante o heroico podrían recibir grandes homenajes y ser premiados con concesiones de tierras y artículos de lujo. Los generales victoriosos se adentraban en Roma acompañados por músicos, espolios y prisioneros.

Con el tiempo, la influencia política ejercida por los soldados y la importancia económica de logros militares establecerían el ascenso político de los miembros del ejército romano. Inicialmente, estos ampliaron los derechos de posesión sobre las tierras conquistadas y los esclavos capturados. Poco después, se convirtió en una clase enriquecida que también podría ocupar magistraturas o conquistar un puesto en el Senado.

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