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Creencias y prácticas del Protestantismo

Protestantismo ritos y practicas
La mayor parte de las Iglesias protestantes preservaron las doctrinas principales de las tradiciones católica y ortodoxa como la Trinidad, la expiación y la resurrección de Cristo, la autoridad teológica de la Biblia, y el carácter sacramental del bautismo y de la eucaristía o Cena del Señor. Pero, algunas doctrinas y prácticas distinguen la tradición protestante de las dos tradiciones cristianas más antiguas.

Justificación de la gracia a través de la fe

Lutero creía que la salvación no depende del esfuerzo o del mérito humano, sino de la gracia concedida por Dios, que es aceptada por la fe. Las buenas acciones no son menospreciadas, sin embargo se juzgan como fruto de la gracia de Dios que obra en la vida del fiel devoto. La doctrina de la justificación de la gracia a través de la fe se transformó en un constituyente fundamental de numerosas Iglesias protestantes. Lutero y otros reformadores creían que el catolicismo había repetido demasiado en la necesidad que tenían los devotos de hacer méritos, de labrarse un trayecto hacia la gracia de Dios realizando buenas acciones, ayunando, peregrinando y (como se creía normalmente en tiempos de Lutero) comprando indulgencias. A los protestantes les parecía que todo esto hacía innecesario el sacrificio de Cristo y dejaba a los seres humanos, que por definición son todos pecadores, en la duda en relación a su oportunidad de redimirse. Los reformadores enfatizaban la misericordia de Dios, que otorga la gracia inmerecida a los pecadores a través de la actividad salvadora de Jesucristo.

La relevancia de la Biblia

Los protestantes consideran que la Biblia es la única fuente y la norma única y fundamental de sus enseñanzas, y niegan la postura católica que otorga al papa la autoridad suprema en materias de fe y de moral. Lutero y otros reformadores tradujeron la Biblia para permitir que los laicos pudiesen estudiarla y continuar su propio criterio en cuestiones de doctrina. A pesar de esta conformidad general en cuanto a la primacía de la Biblia, los protestantes discrepan en relación a los estudios bíblicos y a su representación. Aquellos que aceptan los resultados de la ‘más alta crítica’ (esto es, el estudio crítico de la Biblia desde el punto de vista histórico que se llevó a cabo durante los siglos XIX y XX) consideran que algunos pasajes bíblicos no son verdaderos o lo son en un sentido alegórico o simbólico. Los protestantes conservadores, como los defensores de los fundamentos y gran parte de los evangélicos, sustentan la infalibilidad absoluta de las Escrituras, no sólo en cuestiones de fe, sino igualmente en lo que afecta a la historia, la geografía y la ciencia. Otras distinciones arraigan en que algunos protestantes consideran que el criterio individual es el que toma la decisión de todas las cuestiones relativas a la representación de la Biblia, en tanto que otros delegan en las fundaciones de sus correspondientes Iglesias para guiar a sus miembros en su fe.

El sacerdocio de todos los devotos

Los líderes de la Reforma reaccionaron contra la fundación católica del sacerdocio exaltando el ‘sacerdocio de todos los devotos’. Incluso sustentan, como Lutero, que la vocación de cualquier cristiano, al contribuir a la sociedad y servir así a su inquilino, es tan válida ante Dios como cualquier otra vocación religiosa en un sentido convencional. A pesar de ello, casi todos los movimientos protestantes cuentan con sacerdotes institucionalizados. Mientras que el sacerdote católico se juzga un administrador de la gracia de Dios a través de los sacramentos, el ministro protestante se juzga un laico que ha sido formado para realizar ciertas funciones dentro de la Iglesia (como predicar y administrar los sacramentos). Como consecuencia de esta convicción en la equidad fundamental de todos los miembros de su comunidad o confesión, el gobierno de las Iglesias protestantes siempre ha tenido una tendencia democrática, aunque con amplios matices. Las destacados formas de gobierno en las Iglesias protestantes son la episcopal (los obispos ejercen su autoridad), como en las Iglesias anglicana, episcopal y metodista; la presbiteriana (en la que se elige a los presbíteros o los ancianos, para que representen a las congregaciones en las estructuras decisorias), como en las Iglesias presbiteriana y reformada; y la congregacionalista (en la que la congregación misma es la máxima autoridad), como, entre otras numerosas, en las Iglesias congregacionalista y baptista.

Culto

En comparación con la misa católica y la liturgia ortodoxa, el culto protestante es más simple y se vuelca en el sermón del sacerdote. Los reformadores establecieron que los servicios se conmemoraran en la lengua vernácula e introdujeron himnos que la congregación debe cantar. Algunos servicios protestantes (como el pentecostal) son casi naturales y carecen de estructura predeterminada: se centran en la participación de la comunidad de devotos y en los dones espirituales, como el don de lenguas. Todas las tradiciones protestantes redujeron el número de sacramentos de los siete católicos romanos a dos: el bautismo y la eucaristía.

Tendencias recientes

El protestantismo preserva aún su carácter dinámico y los cambios se han acelerado desde 1960. Algunas confesiones han asumido formas de culto muy informal para cautivar a los jóvenes; otras se han dividido en relación al ordenamiento de las mujeres como ministras de la fe, la modernización de la lengua litúrgica, las fusiones con otros credos, así como en relación al eterno debate sobre la representación de la Biblia y su relación con la verdad científica. Los protestantes, como individuos y como agrupaciones, siguen mezclados de manera muy penetrante en materias y conflictos políticos y sociales. Algunos militan en el bando más reaccionario y otros en el más liberal o revolucionario. Las características que definieron a los primeros protestantes (la intención de cuestionar las valoraciones recibidas, de culpar los abusos y de desafiar a las autoridades establecidas) se han mantenido a lo largo del siglo XX. El protestantismo sigue extendiéndose durante este siglo y ejerce una penetrante influencia sobre las culturas y las sociedades contemporáneas.

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