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Bonapartismo

Bonapartismo
El bonapartismo es una ideología política de origen francés, inspirado por las acciones de Napoleón Bonaparte. En rigor, el bonapartismo tiene como objetivo colocar un miembro de la familia de Napoleón en el trono imperial de Francia. En términos generales, el bonapartista es partidario de un Estado nacional autoritario, centralizado, dirigido por el jefe de uno de los fundadores de la dinastía. El sistema se basa en la fusión de apoyo de la élite y la adhesión popular.

Este tipo de sistema se instala cuando no hay clase o grupo social con el poder suficiente como para ser hegemónico, dejando a un líder lo suficientemente hábil capaz de mediar las diferentes fuerzas sociales. Además de Napoleón III, el gobierno de Bismarck en Alemania es otro ejemplo histórico del bonapartismo. Ambos fueron sustitutos de las monarquías absolutas a través de revoluciones burguesas, que crearon formas políticas despóticas y autoritarias en lugar de las instituciones liberales burgueses.

Originalmente, el bonapartismo combinaba elementos de despotismo ilustrado y el pensamiento ilustrado de Rousseau. A partir de 1815, el bonapartismo tuvo como principales seguidores los que nunca aceptaron la derrota en Waterloo ni el Congreso de Viena. Napoleón acabó por cumplir exilio y muerte en Santa Helena, en 1821.

Más tarde, en 1851, el bonapartismo también se incorporaría a las demandas sociales impuestas por el desarrollo industrial. En la historia política francesa, los bonapartistas eran monárquicos que deseaban un imperio francés bajo la égida de la Casa de Bonaparte, la familia corsa de Napoleón Bonaparte (Napoleón I de Francia) y su sobrino Luis Napoleón (Napoleón III de Francia). Especialmente después de la muerte del hijo de Napoleón, el duque de Reichstadt (conocido como el Napoleón Bonaparte II), el bonapartismo volvió a recaer sobre los miembros de la familia.

Las revoluciones de 1848 les dio esperanza a este grupo. El bonapartismo fue instrumental en la elección de Luis Napoleón Bonaparte, sobrino de Napoleón, como Presidente de la Segunda República, y le dio el apoyo político necesario para que, en 1852, poder descartar la constitución y proclamar el Segundo Imperio.

En 1870, Napoleón III llevó a Francia a una desastrosa derrota frente a Prusia en la Guerra Franco-prusiana y, en secuencia, abdicó. Entonces, los bonapartistas siguieron agitando para que otro miembro de su familia fuera colocado en el trono, compitiendo, desde 1871 en adelante, con otros grupos monarcas: los orleanistas, que favorecían el restablecimiento de la Casa de Orleans, la cual pertenecía a Luis Felipe, rey de Francia de 1830 a 1848 y los legitimistas que pretendían instaurar en el poder la Casa de Bourbon, la familia real francesa tradicional.

La fuerza de estas tres facciones monarquistas era probablemente mucho mayor que la de los republicanos, en la época, pero como las tres probaron ser irreconciliables en la selección del nuevo monarca francés, el fervor monarquista sucumbió a la aparición de la República francesa como forma de vida sobre el pueblo.
El bonapartismo fue relegado poco a poco de ser la fe cívica de unos pocos románticos hasta una filosofía política práctica. El golpe de gracia para el bonapartismo fue tomado probablemente cuando Eugenio Bonaparte, el único hijo de Napoleón III, murió en acción mientras servía como oficial del ejército británico en Zululandia en 1879. A partir de ahí, el bonapartismo dejó ser una fuerza política significativa. De momento no hay movimiento político serio que pretenda recolocar a alguno de los descendientes de Napoleón sobre el trono imperial de Francia.

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