#Enciclopedista

En la actualidad se preservan pocas tablas pintadas, sin embargo es sabido por la literatura antigua que los artistas romanos confeccionaron sobre este soporte una gran diversidad de asuntos, incluyendo sucesos históricos, mitos, escenas de vida ordinaria, retratos y bodegones.

1. Los retratos pintados

En el periodo de la Roma imperial, los retratos pintados están tipificados por unas tablas que han brotado en diferentes enclaves de Egipto. Estas pinturas, convencionalmente denominadas retratos del Fayum, por la región al norte de Egipto donde fueron descubiertas, están desarrolladas con la técnica de la encáustica, un método que disuelve los pigmentos en cera fundida. Estas tablas son los exclusivos retratos que se preservan en cierto número y aunque se trata de trabajos provincianos, exhiben el alto nivel de los pintores romanos. Estas imágenes evidencian los agrados imperantes de la actualidad y suministran una visión de la evolución del retrato durante el periodo imperial. Se conserva (Staatliche Museen de Berlín) un retrato imperial pintado que simboliza a Lucio Septimio Severo, su mujer Julia Domna y sus hijos Caracalla y Geta. La cabeza de Geta fue borrada tras su condena oficial (damnatio memoriae).

2. La pintura mural

La pintura mural, en cambio, está bien documentada, especialmente en Pompeya y en las otras ciudades que fueron enterradas en el año 79 d.C. por la erupción del volcán Vesubio. Se distinguen cuatro fases denominadas estilos pompeyanos.

1. Los estilos primero y segundo

El primer estilo, popular en torno a entre los años 120 y 80 a.C. (hogar de Salustio, Pompeya), se encarga de la ornamentación griega de interiores y a veces se denomina como estilo de las incrustaciones porque sus pinturas sobre el yeso se emplearon para imitar el aspecto de los muros de mármol pulidos. Los pintores que trabajaron en el segundo estilo o estilo arquitectónico, desde el 80 al 15 a.C., pretendieron hacer a través de la perspectiva una ilusión espacial que se prolongaba más allá de la superficie mural. Las columnatas, los jardines, los escenarios teatrales y los templos circulares fueron motivos usuales. Hoy se pueden encontrar espaciosas series de frescos del segundo estilo en Pompeya (villa de los Misterios, año 50 a.C.), en una magnífica villa excavada recientemente cerca de Oplontis (igualmente del año 50 a.C.) y en otros enclaves. La hogar de Augusto en la colina del Palatino en Roma se encontraba ornamentada en este refinado estilo (c. 25 a.C.).

2. Los estilos tercero y cuarto

El tercer estilo u ornamental, datado desde el 15 a.C. hasta el 63 d.C. es una pintura delicada en la que el ilusionismo del segundo estilo se suprimió en favor de arabescos lineales sobre fondos monocromos. Las habitaciones más hermosas pintadas en el tercer estilo se preservan en la villa de Agripa Postumo en Boscotrecase (10 a.C.). El cuarto estilo o estilo intrincado, desarrollado entre el 63 al 79 d.C., antes de la erupción del Vesubio, es el estilo último y más complejo. Los motivos arquitectónicos fueron de nuevo conocidos, sin embargo no de conformidad con un enfoque lógica, sino con estructuras fantásticas e imposibles de cimentar, como las de la hogar de los Vetti en Pompeya. En los estilos tercero y cuarto la parte central de los murales está pintada al estilo de las tablas, mostrando asuntos mitológicos, aunque igualmente se conocen ejemplos de vida ordinaria y retratos.

El desarrollo de la pintura mural tras la destrucción de estas ciudades por el Vesubio está menos documentado, sin embargo se pueden encontrar estancias pintadas en los siglos II, III y IV en Ostia y, especialmente, en las catacumbas romanas, donde los asuntos cristianos se realizaron mucho antes de la conversión de Constantino al cristianismo.

Entre los restos murales pictóricos de la Hispania romana debemos destacar los preservados en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida y los de Santa Eulalia de Bóveda (Lugo).