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Adaptaciones de las aves para el vuelo

Adaptaciones de las aves para el vuelo

La clase de las aves engloba animales vertebrados, endotérmicos, ovíparos, que se caracterizan por la posesión de plumas, miembros anteriores transformados en alas y otras características que fueron adquiridas a lo largo de su evolución y que les permiten alzar el vuelo. Aunque la mayoría de esas características sea común a todos los animales de la clase, muchas especies de aves no consiguieron alzar vuelo, como es el caso de los pingüinos, los kiwis, el ñandú común y las avestruces.

Las plumas encontradas en todas las especies de aves son extremadamente leves y flexibles, formadas por queratina y producidas de manera semejante al pelo de los mamíferos. Tiene como función proteger contra golpes mecánicos, impermeabilizar la piel y mantener la temperatura corporal del animal constante, sirviendo de aislante térmico. La estructura de una pluma consiste en un eje central, llamado de raquis, que se encuentra introducido en una base designada como cálamo. Del raquis salen pequeños filamentos llamados de barbas, y de las barbas emergen otros filamentos todavía menores llamados de bárbulas o barbillas. En la figura podemos percibir que las bárbulas se agarran unas a otras a través de ganchos. Eso mantiene las plumas organizadas y promueve la protección de la piel y la sustentación para el vuelo. Al alisar las plumas con el pico, las aves están alineando las barbillas para que sus ganchos encajen.

Las aves están desprovistas de dientes y de vejiga; y algunas especies tienen sólo un ovario. La ausencia de esos órganos permite a las aves la disminución de su peso, favoreciendo el vuelo.

Otra adaptación de las aves para el vuelo es la estructura esquelética. Dotadas de huesos finos, leves y no masivos (que ayudan en la reducción del peso), las aves presentan huesos neumáticos que se unen a sacos aéreos (bolsas que salen de los pulmones), con la función de disminuir la densidad del animal, facilitando el vuelo y la natación (en el caso de aves que se sumergen).

Las aves presentan lo que llamamos de anquilosis, que es la fusión de las articulaciones. De esa forma, algunas partes de su esqueleto son soldadas. Eso puede ser observado en la fusión de los huesos de la clavícula, formando la fúrcula (en latín: pequeña horca), conocida por muchos como hueso de la suerte. En las vértebras también hay anquilosis debido a la fusión de algunas vértebras y los huesos de la pelvis.

En la parte anterior de la caja torácica de las aves, podemos ver una expansión del hueso del esternón, formando una estructura llamada de quilla o carina. Esta estructura es una adaptación de las aves hacia el despliegue de los músculos fundamentales para el vuelo. Las aves no voladoras pueden no presentar quilla, y por eso son llamadas de ratites o paleognatas; mientras, las aves que poseen quilla son llamadas de carenadas.

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