Obras poéticas del Antiguo Testamento

Entre las obras escritas poéticos del Antiguo Testamento se incluyen Salmos, Job, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares (canónicos), Eclesiástico (deuterocanónico) y Plegaria de Manasés (apócrifo). Sabiduría tiene mucho en común con las obras escritas poéticas sapienciales, aunque no es poesía. La mayoría de los obras escritas proféticos están escritos de conformidad con las normas líricas hebreas, aunque son lo bastante diferentes como para que puedan ser distinguidos.

1. Características generales

La poesía hebrea tiene dos aspectos primordiales, uno sencillo de considerar inclusive en una traducción, y una segunda más difícil de discernir. La característica más obvia es el uso del parallelismus membrorum o paralelismo de versos u otras partes. Por ejemplo, el significado de un versículo puede reformularse o repetirse en un segundo versículo, como en Sal. 6,1: “Yahvé, no me corrijas en tu cólera, en tu furor no me castigues”. Se trata, como resulta obvio, de sinónimos. Por otra parte, la segunda línea de la unidad puede exhibir el aspecto negativo de la aseveración de la primera, como en Prov. 15,1: “Una respuesta suave calma el furor, una palabra hiriente aumenta la ira”. En otros casos, la segunda línea puede ampliar o esclarecer la primera y en otras circunstancias el paralelismo es pura formalidad. Una importante ventaja de la mayoría de las traducciones modernas de la Biblia es que preservan la forma poética del hebreo, permitiendo al lector gozar y comprender la estructura del único.

La otra característica importante de la poesía hebrea es el ritmo, que parece haberse inspirado en el número de acentos en cada línea. Una de las métricas más sencillas de considerar es la de la kiná (endecha o lamentación), en la que la primera línea tiene tres sílabas acentuadas y la segunda, dos.

Las obras escritas poéticas engloban una gran diversidad de géneros. Los más divulgados son los diversos cantares de adoración (Salmos) y la poesía sapiencial. Adicionalmente, la Biblia incluye un libro de poesía amorosa, el Cantar de los Cantares.

2. Poesía lírica

La literatura cultual (del culto religioso) de Israel era poesía lírica; esto es, poesía pensada para ser cantada. La mayoría de estos libros, aunque no todos, están recopilados en Salmos. Muchos son himnos: canciones de elogio a Dios, a sus obras a favor de Israel o a su producción. Otros son lamentaciones de la comunidad o cantares de queja que, de facto, son oraciones de solicitud, cantadas por el pueblo en el momento en que se veía enfrentado a una situación difícil. Casi una tercera parte de los Salmos son lamentaciones individuales, cánticos empleados por o en nombre de individuos al borde del fallecimiento o del desastre. Una vez que la país o el individuo han sido salvados de sus infortunios, se cantan poesías de acción de gracias. Unos pocos salmos, como 2, 45 y 110 conmemoran la coronación de un monarca en Israel como egregio siervo de Dios.

3. Poesía sapiencial

La poesía sapiencial incluye colecciones de refranes de sabiduría y poemas breves, como en Proverbios, y largas composiciones, como en Job, Eclesiastés y Eclesiástico. Los materiales sapienciales más concisos son proverbios, refranes y admoniciones, por lo general de uno o dos versos de longitud. Algunos eran indudablemente refranes convencionales o conocidos mientras que otros llevan el sello de la reflexión y la estructura creativa. Proverbios 1-9 contiene un conjunto de poemas sobre la naturaleza de la propia sabiduría, mientras que Job es una constitución poética larga en forma de coloquio encasillado en un cuento popular. Eclesiastés es una obra un tanto inconexa y Eclesiástico es un libro escrito por un maestro judío que después tradujo su nieto.

La temática central de los refranes sapienciales engloba desde los consejos prácticos para una vida provechosa y opulenta, hasta reflexiones sobre la relación entre transitar por la vía de la sabiduría y respetar a la ley expuesta por la deidad. A Job, al menos en cierto modo, le atormenta el sufrimiento de los justos, en tanto que Eclesiastés es una triste reflexión sobre el significado de la vida por parte de alguien que se halla a las puertas del óbito.

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