Modernización de Afganistán

La popularidad y el prestigio que el monarca Amanullah había ganado gracias al trato acogido de los británicos se disiparon pronto. Muy impresionado por los programas de modernización de Irán y Turquía, instituyó una serie de reformas políticas, sociales y religiosas: se instauró un régimen constitucional en 1923, los títulos de la nobleza eran abolidos, se decretó la educación para las mujeres y otras medidas revolucionarias apuntaban a que la modernización de las fundaciones convencionales se pusiera en vigor. La animosidad generada por el programa de reformas del monarca llevó a la rebelión de 1929 y Amanullah abdicó vertiginosamente y se exilió. Su hermano Inayatullah, que le reemplazó, fue destronado por Bacha Sakau, un jefe rebelde, después de un reinado de tres días. En 1929 el tío de Amanullah, Nadir Shah, apoyado por varios miles de integrantes de las tribus, derrotó a los rebeldes y ejecutó a Bacha Sakau y se hizo con el poder.

El nuevo soberano restauró gradualmente el orden en el reino. En 1932 inició un programa de reformas financieras, sin embargo fue asesinado al año próximo. Su hijo y sucesor, Muhammad Zahir Shah, que apenas tenía 19 años en el momento en que accedió, estuvo sometido a lo largo de los 30 años siguientes por sus tíos y primos, específicamente por el príncipe Muhammad Daud Kan. El Gobierno intensificó el programa de modernización comenzado por Nadir Shah y fijó relaciones comerciales con Alemania, Italia y Japón. Zahir Shah proclamó la neutralidad al principio de la Segunda Guerra Mundial en 1939; sin embargo, en 1941, a solicitud de Gran Bretaña y la Unión Soviética, expulsó del país a más de 200 agentes alemanes e italianos. Los Estados Unidos establecieron relaciones diplomáticas con Afganistán en 1942. En noviembre de 1946 Afganistán ingresó en las Naciones Unidas.

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