Ley natural

El jurista holandés Hugo Grocio está estimado el autor de la teoría moderna de la ley natural. Su definición de ésta como el conjunto de normas que pueden ser descubiertas por el uso de la razón es convencional, sin embargo al presentar el planteamiento de que su ley tendría validez siempre, aunque no existiera Dios o en el supuesto de que los conflictos de los seres humanos no tuvieran ninguna relevancia para Dios, fijó una división de los cálculos teológicos y preparó la vía para las teorías racionalistas de los siglos XVII y XVIII. Por esta vía se desvinculó del escolasticismo en su metodología, aunque no en su contenido. Una segunda innovación de Grocio fue considerar esta ley como deductiva e independiente de la experiencia; en su obra De iure belli ac pacis (Sobre el derecho del conflicto bélico y la paz, 1625) aseguraba: “De este modo como los matemáticos tratan las figuras como abstracciones de sus cuerpos, así en el trato de la ley he distanciado mi proceso de todos los sucesos individuales”

El jurista germánico Samuel von Pufendorf desarrolló de manera más completa el concepto de una ley que instaurase el orden natural. En sus obras Leviatán (1651) y Tratados sobre el gobierno civil (1690), los filósofos ingleses del siglo XVII Thomas Hobbes y John Locke, respectivamente, sugerían una condición primigenia de la naturaleza de la cual surgía un contrato social, y relacionaban y complementaban esta teoría con la de la ley natural. La doctrina de Locke, para quien la condición humana había dotado a los individuos de algunos derechos inalienables que no podían ser violados por ninguna autoridad terrenal, fue incorporada a la Declaración de Independencia americano (1776).

A lo largo del siglo XIX, un espíritu crítico dominó las discusiones sobre la ley natural. Su misma existencia se consideró improbable, y fue en gran parte sustituida en la teoría legal por el utilitarismo, enunciado por el filósofo inglés Jeremy Bentham como “la máxima felicidad del mayor número de personas”, y por el positivismo legal, conforme el cual la ley se encarga de única en los “mandatos del gobernante”, en expresión del jurista inglés John Austin.

Las atrocidades cometidas por la Alemania nacionalsocialista durante la Segunda Guerra Mundial reavivaron el interés por hallar una norma superior a la ley natural. La Carta fundacional de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) proclamaba la “fe” de esta organización en los derechos humanos. El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de la ONU fijó la Declaración Universal de Derechos Humanos que, sin embargo, constituyó más un pronunciamiento moral que un tratado de empujado cumplimiento.

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