La muerte de las neuronas (células nerviosas) del cerebro se debe a diferentes razones. En el medio ambiente existen múltiples sustancias nocivas que pueden destruirlas. Se considera que a partir de los 21 años en torno a, pueden perderse cada día de forma natural miles de neuronas del cerebro a través de un proceso de recambio celular natural. A pesar de que esto sea así, el efecto sobre las funciones cerebrales es casi imperceptible, inclusive después de muchos años. Pero, existen diferentes afecciones, como la afección de Parkinson, la afección de Alzheimer y los tumores cerebrales que aceleran de forma eminente la velocidad del fallecimiento de las neuronas en específicas regiones del cerebro.
Las neuronas pueden fallecer igualmente como consecuencia de una contusión sobre la cabeza, por ejemplo en un accidente de tráfico, o como resultado de una reducción del aporte de sangre a los tejidos del cerebro como en el caso de un ictus (véase Apoplejía). En algunas ocasiones al extirpar un tumor, los cirujanos tienen igualmente que extraer tejido cerebral sano, aunque en estos casos se multiplican los esfuerzos para encontrarse seguros de que no van a crearse secuelas funcionales graves para el paciente.
Cuando las neuronas de un área específica del cerebro fallecen, aparecen trastornos en las regiones del organismo que en circunstancias normales están controladas por esa zona. Cuando se pierden copiosas neuronas en la totalidad del cerebro aparece una demencia asociada (pérdida de la función cerebral) con deterioro de la memoria, la personalidad y las funciones intelectuales. Esto puede conducir a diversos conflictos como el aislamiento social, los cambios en la conducta, la ansiedad, el olvido y la falta de cuidado personal. La causa más frecuente de demencia es la afección de Alzheimer.
En los casos en los que el fallecimiento de las neuronas se localiza en una región específica del cerebro, la pérdida de la función tiende a ser más limitada. La naturaleza exacta de la pérdida funcional depende de la zona específica del cerebro que se haya visto afectada. Por causa de que el cerebro es un órgano muy complejo y con conexiones múltiples, suele parecer dificultado delimitar extensiones encargadas de regular una función específica de forma única. Pero, podemos asegurar que los pacientes con pérdida de neuronas en un área específica tienen más oportunidades de realizar un conjunto de conflictos determinados que si el daño se situara en otra área cerebral.
Por ejemplo, en la afección de Parkinson, se destruye un tipo específico de neuronas cerebrales y esto genera cierto tipo de conflictos como los temblores incontrolables. Las neuronas localizadas en los ganglios basales y otras extensiones que usan la dopamina como neurotransmisor fallecen y esto ocasiona que los pacientes presenten temblor en reposo, tengan unos movimientos lentos y experimenten impedimentos para comenzar y detener un movimiento. Los trastornos van extendiéndose de modo gradual a los músculos que controlan los dedos, las manos, los brazos y el tronco.
Los medicamentos como la levodopa, que ayudan a suplir la dopamina perdida en el cerebro, pueden perfeccionar los síntomas de forma temporal. Pero, como no reemplazan a las neuronas dañadas apenas actúan a lo largo de un tiempo limitado, por lo que no alcanzan la curación de la afección de Parkinson.
Existen copiosas sustancias que actúan sobre las neuronas que han demostrado su aptitud para sosegar algunos de los síntomas de los trastornos psiquiátricos, como la ansiedad y la depresión. Por ejemplo, los medicamentos que permiten incrementar la concentración de serotonina en el cerebro pueden perfeccionar algunos síntomas de algunos tipos de depresión. Como sucede con cualquier otro medicamento que precisa receta del médico, el tratamiento con estos fármacos debe ser vigilado de forma continua porque igualmente pueden crear efectos secundarios no deseables.
— 50 visualizaciones.