La Confederación Germánica

El Congreso de Viena reemplazó el Sacro Imperio Romano Germánico de más de 240 estados por la Confederación Germánica de 39 Estados representados en la Dieta de Frankfurt. Las valoraciones no se encontraban de pacto sobre el carácter que debería tener la nueva confederación. Muchos alemanes querían establecer un gobierno liberal conforme a los modelos británico y francés conforme una Constitución que respaldara la representación popular, procesos judiciales por consejo y libertad de expresión. Igualmente tenían optimismos en la agrupación nacional. Estas ideas eran muy conocidos entre periodistas, abogados, docentes y universitarios, quienes formaron varias sociedades secretas que propugnaban una acción rápida. Estos propósitos igualmente consiguieron a varios conjuntos dentro del Imperio austriaco.

Los monarcas de Prusia y Austria y los actualmente coronados soberanos de Baviera, Hannover, Württemberg y Sajonia, temerosos de cualquier usurpación de su soberanía, se opusieron encarnizadamente al liberalismo y al nacionalismo. Adicionalmente, Austria, Prusia, Rusia y Gran Bretaña formaron la Cuádruple Alianza para derogar —forzosamente si era necesario— cualquier amenaza a los pactos de Viena. Los administradores alemanes mantuvieron un sistema represivo instituido por el ministro de Asuntos Exteriores austriaco conde y príncipe Klemens Metternich-Winneburg, y el propio Federico Guillermo III bloqueó las reformas organizadas por sus ministros. Prusia superó en estrategia a Austria al hacer el Zollvereina, una unión aduanera que integró a la mayoría de los Estados alemanes excepto Austria.

La Revolución de julio de 1830 en París sirvió de referencia para los alzamientos liberales de muchos Estados alemanes. Metternich consiguió que la Confederación prohibiera los encuentros públicos y censurara las peticiones. Pero, en 1848, otra ola de revoluciones, que inició en París, se difundió sobre Europa. Los conjuntos nacionalistas representaron múltiples rebeliones en Hungría, Bohemia, Moravia, Galitzia y Lombardía. Metternich dimitió y el emperador Fernando I abdicó en favor de su joven sobrino Francisco José I. Los levantamientos igualmente consiguieron a Baviera, Prusia y el suroeste de Alemania. Los administradores, apavorizados, negociaron mandar delegados al Parlamento de Frankfurt, asamblea constituida para llevar a cabo las reformas que se querían asentar a través de la revolución.

Pero, las revoluciones fueron aplastadas con prontitud. En Austria se disolvió una asamblea liberal y se impuso una constitución que suministraba un gobierno muy centralizado, aunque característico. Hungría, que había proclamado la República, fue sometida forzosamente. En Prusia, Federico Guillermo IV impuso una Constitución autoritaria.

Entretanto, el Parlamento de Frankfurt redactó una Constitución liberal para una Alemania unificada bajo un emperador hereditario. Austria rehusó posibilitar que sus posesiones germánicas fueran incluidas, así que la asamblea sentenció con disgusto que Austria quedaría excluida. Ante la carencia de una alternativa, brindaron la corona a Federico Guillermo IV de Prusia, quien la rehusó con arrogancia. La asamblea se replegó ante el revés.

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