Judaísmo: los Macabeos y el periodo romano

La aparición de la cultura griega a Oriente Próximo, que inició con la conquista de Alejandro Magno en el 331 a.C., hizo que la cultura proveniente de la zona se pusiera a la defensiva. La rebelión de los Macabeos (165-142 a.C.), que inició como una guerra civil entre judíos helenizados y no helenizados, concluyó en una guerra que consiguió la independencia política para el pueblo de Judá de los sirios; este desorden cultural y político tuvo un fuerte impacto en la religión. A lo largo de este periodo se compusieron los primeros escritos apocalípticos; este género de revelaciones crípticas representaban el conflicto bélico de aquel así pues como parte del conflicto cósmico entre las fuerzas del bien y las del mal, que terminarían con la conquista de las legiones de Dios. A todos los judíos que habían llevado una vida honorable y que habían muerto en combate, les se encontraba prometida la resurrección del cuerpo el día que Dios conmemorara el Juicio Final. En el judaísmo primitivo, la inmortalidad consistía solamente en la supervivencia de algunos niños y personas en específico, en una lóbrega vida posterior en el bajo mundo, localizada físicamente debajo del actual, el sheol.

A pesar de que con las conquistas de los Macabeos se inauguraron los 80 años de independencia política del pueblo de Judá, continuó habiendo desórdenes religiosos. Los integrantes de la familia sacerdotal de los Asmoneos, quienes habían liderado la rebelión, se autoproclamaron soberanos hereditarios y sumos sacerdotes, pese a no pertenecer al alto linaje de los antiguos sumos sacerdotes. Esto, unido a la vida ostentosa que llevaban, propia de la monarquía helenística, desencadenó una furiosa disconformidad de conjuntos como el de la comunidad de Qumran, que nos han acudido gracias a los Manuscritos del Mar Muerto. Liderados por sacerdotes disidentes, esta secta se encontraba convencida de que el templo de Jerusalén había sido profanado por los Asmoneos, y se vieron a sí mismos como un templo purificado y recluido en el desierto.

El conjunto de Qumran seguramente pueda ser citado con los esenios, que ya aparecen reseñados por el historiador judío Flavio Josefo y por otros escritores de la etapa. Josefo igualmente describió otros dos conjuntos, los saduceos y los fariseos, ampliamente aludidos en el Nuevo Testamento, si bien no se ha encontrado información de primera mano sobre ellos. Los fariseos (perushim, ‘separatistas’), al igual que el conjunto de Qumran, establecieron sus propias tradiciones sobre las leyes bíblicas, en perseverante litigio con los saduceos, conjunto aristocrático de la clase sacerdotal. Posteriormente al 70 d.C., los fariseos fueron los precursores del movimiento rabínico. Todas las facciones religiosas de aquel periodo, específicamente aquellas que se contraponían a la administración del Templo, hacían especial hincapié en considerar la autoridad de las Escrituras, a la que, por supuesto, cada conjunto dio su propia representación.

El fervor mesiánico y apocalíptico creció al terminar la independencia política del pueblo de Judá. Este suceso político fue consecuencia de la invasión de las legiones romanas a mediados del siglo I a.C. El fervor llegó a su punto más alto con el estallido de una fallida rebelión en contra de los romanos entre los años 66 y 70 d.C.

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