Imperialismo y modernización en Asia

El colonialismo y el imperialismo de los siglos XVII al XX, trajeron nuevos problemas a los asiáticos, que hasta ese momento habían enfrentado avalanchas repetidas de invasores extranjeros. Los nuevos invasores aparecieron por mar, en un principio para comerciar, sin embargo conforme crecía su superioridad técnica y militar pretendieron ejercer la supremacía política y financiera en el continente.

1. Técnicas occidentales de explotación

Para establecer su supremacía, los colonizadores europeos tomaron un acercamiento gradual. A las peticiones de comercio seguían demandas de fortificaciones y tierra para resguardar dicho comercio, así como de concesiones para aprovecharse de los recursos locales. Después, los consejeros gubernamentales y militares presionaron a los mandatarios locales. Los colonizadores ofrecían protección a los más débiles, una protección que con el tiempo se transformó en control. En algunos enclaves, como en las Indias Orientales, se solicitaban tributos, pagaderos en artículos comerciales. En naciones como Irán y China las potencias contrincantes retenían para sí esferas de influencia. El resultado final, con la excepción de Siam (actual Tailandia) y Japón, era la anexión y el gobierno directo.

Los imperialistas cimentaron ferrocarriles, carreteras, canales y algunas escuelas. Igualmente invirtieron en plantaciones, pozos petrolíferos y otras compañías conectadas con el mundo económico, sin embargo la mayoría de los beneficios se iban al extranjero. Entretanto, el crecimiento de la población ocasionó la fragmentación de las granjas, la urbanización y graves conflictos sociales.

Excepto en Japón y en Siam, las fundaciones convencionales asiáticas fueron demasiado lentas en aparecido o adoptar técnicas o ideologías occidentales para prevenir una explotación abusiva, los tratados desiguales o la cesión del gobierno a manos extranjeras. Ya durante la Segunda Guerra Mundial, el nacionalismo y el socialismo se habían propagado entre la elite nativa educada a la manera occidental, y los movimientos autonómicos e independentistas florecieron en toda Asia. Los gobiernos coloniales, sin embargo, respondían lentamente a las expectativas que dichos movimientos generaban.

2. Respuestas al imperialismo

El adiestramiento de ejércitos nativos y la educación de una elite por parte de los poderes coloniales produjeron fuerzas internas que destruyeron las dinastías existentes y hicieron las reformas y la modernización. En el Imperio otomano e Irán, los oficiales del ejército entrenados en el extranjero consiguieron el poder, estimularon el nacionalismo y promovieron la modernización de forma inexorable.

La cooperación nativa en el gobierno colonial de la India se amplió gradualmente, sin embargo el ritmo jamás satisfizo los anhelos indios. Las escuelas, que instruían ideas liberales, producían más graduados de los que podía recibir el mercado de trabajo. El ascendente descontento encontró nuevas voces: en 1885 en el Congreso Nacional Indio, sometido por los hindúes, y en 1906 en la Liga Musulmana. El revés de Gran Bretaña en respaldar a la India la aguardada posición de dominio tras la Primera Guerra Mundial estimuló el movimiento de independencia dirigido por Mohandas Gandhi; en 1940 la Liga Musulmana, dirigida por Muhammad Alí Jinnah, solicitó la producción de un Estado musulmán independiente.

El nacionalismo y la disidencia crecieron igualmente en el Sureste asiático. En Birmania, anexionada en su totalidad a finales del siglo XIX, el uso de jornaleros indios para explotar los recursos naturales provocó las quejas locales, dirigidas por monjes budistas y estudiantes. A pesar de que los holandeses, una vez concluida su carrera por hacerse con el dominio total y real sobre las Indias Orientales en 1867, respaldaron reformas e incrementaron la autonomía, la disidencia creció, avivada por los jefes musulmanes y la resultante contención holandesa. En las islas Filipinas, anexionadas a Estados Unidos en 1898, las actividades nacionalistas crecían paralelas a la concesión de mayores niveles de autonomía. Francia había completado su implantación de protectorados sobre Indochina ya en 1885. A pesar de que Laos y Camboya toleraron el gobierno francés, los nacionalistas vietnamitas hicieron campañas a favor de la independencia.

Mientras China aguantaba el abuso extranjero, además de revoluciones y catástrofes naturales, muchos chinos creyeron que la dinastía Qing había perdido el mando divino, que brotaba del cielo (Tian) para administrar. Pero, dudaban que cualquier otra dinastía pudiera hacer frente a las tecnologías e ideologías occidentales sin modificar o eliminar el sistema confucianista. La derrota de China ante Japón en 1894 puso de manifiesto aún más su ineptitud y estimuló la disidencia. En 1911, una revolución acabó con la dinastía Qing, sin embargo los generales apartaron del poder a republicanos idealistas como Sun Yat-sen. A lo largo de la Primera Guerra Mundial, China se desintegró bajo gobiernos militares.

El pésimo trato que recibió China en las ponencias de paz soliviantó a los estudiantes. Algunos se realizaron nacionalistas republicanos y otros se inclinaron hacia el comunismo y la recién desarrollada Unión Soviética. A esto continuó una larga guerra civil entre el partido nacionalista Guomindang dirigido por Jiang Jieshi y los comunistas conducidos por Mao Zedong. Fueron inaptos de acoplarse incluso contra los invasores japoneses, que ya en 1941 habían avanzado desde el estado títere desarrollado en Dongbei Pingyuan (Manchuria) hacia el interior de la misma China.

3. El mantenimiento de la independencia

Siam sostuvo su independencia gracias a dos soberanos progresistas, Mongkut y Chulalongkorn. La monarquía constitucional fue instaurada en 1932, sin embargo los revéss de Estado que siguieron pusieron al frente del gobierno a dictadores militares, al mismo tiempo que la nueva denominación dada por éstos al país, Tailandia, simbolizaba el ascendente nacionalismo.

Japón previno la invasión extranjera a través de una rápida modernización. El gobierno erigió fábricas que, después, vendió a compañías privadas. El servicio militar imprescindible acabó con el monopolio militar de los samuráis, pues en el nuevo Ejército incluso los campesinos aparecieron a ser oficiales. La Constitución Meiji de 1889 instituyó el sufragio universal masculino y forzó a los mandatarios políticos a rastrear el amparo popular.

La conquista de Japón sobre Rusia en 1904-1905 (véase Guerra Ruso-japonesa) estimuló el prestigio internacional de Japón y lo preparó para transformarse en una potencia colonial, algo que consiguió con la anexión de Corea en 1910. La Primera Guerra Mundial interrumpió las exportaciones europeas y aceptó a Japón expandir sus mercados; sin embargo la Gran Depresión (1930) llevó a los codiciosos oficiales jóvenes a presionar en favor de una política ultranacionalista. Japón inició una poderosa expansión militar: la conquista de Dongbei Pingyuan (Manchuria), las invasiones de China y el Sureste asiático, y, en 1940, la alianza con Adolf Hitler y Benito Mussolini, que aceptaron los planes japoneses de un nuevo orden en Asia oriental y suroriental.

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