Hegemonía de clubes latinos en la Copa de Europa

En contra de lo dispuesto por el Daily Mail, las iniciales ediciones del torneo supusieron la total consagración de los conjuntos de Europa meridional. Y muy en especial de un club español, el Real Madrid, que se adjudicó la primera Copa de Europa tras derrotar en la final, librada en París, al Stade Reims por 4-3. Los goles de aquel encuentro fueron establecidos, por este orden, por Leblond (1-0), Templin (2-0), Alfredo Di Stefano (2-1), Héctor Rial (2-2), Hidalgo (3-2), Marquitos (3-3) y Rial (3-4). Poco antes de conmemorarse dicha final se fijó que el campeón del torneo tendría derecho a resguardar su título al año próximo, aunque no fuera campeón de la Liga de su país. En total, la primera publicación de la Copa de Europa congregó a más de 800.000 espectadores, más de 28.000 por partido de media. Se anotaron 127 goles en 29 partidos (4,37 por encuentro) y su divulgación fue tal que la Copa de Europa quedó consagrada como un acontecimiento de grande prestigio internacional.

En la segunda publicación se incorporó Inglaterra (con el Manchester United como representante), desapareció el conjunto del Sarre (territorio que, tras conmemorar un referéndum, se incorporó a Alemania el 1 de enero de 1957) e entraron clubes de prácticamente todos los países de Europa oriental, excepto de la Unión Soviética, que alegando motivos de climatología no lo haría hasta 1967. Pese a ello, se sostuvo la supremacía latina. El Real Madrid revalidó su triunfo del año anterior, tal y como haría seguidamente en 1958, 1959 y 1960, completando un pentacampeonato seguido inimaginable. Jugadores como José Emilio Santamaría, Miguel Muñoz, Alfredo Di Stefano, Ferenc Puskas, Francisco Gento, Héctor Rial y Raymond Kopa, entre otros muchos, forjaron la leyenda del Real Madrid, que llegó a ser estimado el mejor conjunto, no ya solo de Europa, sino del mundo (condición oficial de la que pudo fanfarronear en el momento en que, en 1960, sumó a su quinto título europeo seguido el primero de la Copa Intercontinental, nacida aquel año para enfrentar al campeón de la Copa de Europa con el de la Copa Libertadores). Adicionalmente, durante aquellos primeros años del enfrentamiento, los finalistas fueron casi siempre latinos (Fiorentina, AC Milan y Stade Reims). El quinto de aquellos triunfos madridistas sucedía en la final de 1960, frente al Eintracht de Frankfurt, por un contundente 7-3 (con cuatro goles de Puskas y tres de Di Stefano), en la que muchos entendidos consideran como una de las mejores representaciones de un club en la historia del fútbol.

El Real Madrid, eliminado de la enfrentamiento al año próximo por el Barcelona de Antonio Ramallets, Jesús Garay, Ladislao Kubala, Luis Suárez y Zoltan Czibor, cedió el testimonio al gran Benfica de Eusebio y Mario Coluna, que se anotó dos triunfos seguidos (derrotó en la final de 1961 al Barcelona y en la del año próximo al propio Real Madrid). Llegaron luego los triunfos italianos del AC Milan (1963), con José Altafini y Gianni Rivera como estrellas, y del Inter (1964 y 1965), entrenado por Helenio Herrera y con Sandro Mazzola, Suárez (traspasado al club italiano en 1961 por el Barcelona) y Mario Corso como estandartes. Milán se transformó así en la primera, y hasta el momento única, ciudad con dos clubes campeones de Europa. El Real Madrid, que había restaurado en parte su plantilla (dando entrada a jugadores como Ramón Moreno Grosso, Pirri, Manuel Velázquez y Amancio) recibió en 1966 su sexta Copa de Europa. Pero, aún quedaban en aquel conjunto (conocido como Madrid yé-yé), jugadores de la descendencia anterior, entre ellos Francisco Gento, que se transformó en el único jugador de la historia que conseguía vencer seis máximos títulos continentales.

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