Geografía física de África

Atravesado por el ecuador, África es un continente compacto que se despliega unos 8.000 kilómetros desde su punto más septentrional, cabo Blanco (Túnez), a su extremo más meridional, cabo de las Agujas (Sudáfrica); su anchura máxima, medida desde la punta de cabo Verde (Senegal), al oeste, hasta Ras Xaafuun (Somalia), al este, es de unos 7.500 km. La cumbre más elevada del continente es el monte Kilimanjaro (Tanzania), que casi alcanza los 6.000 m y presenta nieves perpetuas, y el punto más bajo se encuentra en el lago Asal (Yibuti), a 153 m por debajo del nivel del mar.

2.1 Relieve y regiones fisiográficas

El relieve africano se caracteriza por su horizontalidad por causa de la presencia de vastas y onduladas mesetas, desfiguradas por varias grandes cuencas fluviales y aisladas sierras. A pesar de esta característica morfología, se distinguen diferentes unidades del relieve en África.

Una primera unidad del relieve son las amplias mesetas que se esparcen por la totalidad del continente, aunque son más elevadas en la región meridional; expresan su aspecto uniforme y su elevada altitud media (750 m), y algunas albergan zonas áridas, como los desiertos Sahara, Kalahari y Karroo. Entre las mayores altiplanicies se pueden destacar las de regiones como Futa Yallon (muy escalonada) y Adamaua.

Una segunda unidad del relieve son los sistemas montañosos, que salpican las mesetas: algunos se alzan en los extremos del continente, como las cordilleras del Atlas, Ruwenzori y Drakensberg; unos pocos macizos recluidos de origen volcánico despuntan por el centro del continente, como los de Ahaggar y Tibesti; en la parte oriental, la más elevada, se encuentra el Gran Rift Valley y se localizan copiosos volcanes, como el Kilimanjaro, el Kenia y el Elgon. El monte Camerún sobresale en la parte occidental.

La tercera unidad del relieve son las depresiones geomorfológicas, que rompen la uniformidad de las mesetas centrales; cabe mencionar las cuencas surcadas por los ríos Congo y Níger, y las depresiones de Qattara y Danakil.

África presenta una línea de costa regular, con exiguos entrantes y salientes (destacan el cabo de Buena Esperanza, el golfo de Guinea y la península de Somalia, entre otros); la longitud total de su litoral, unos 30.500 km, en proporción con su área, es menor que en cualquier otro continente. Las primordiales islas de África, con una superficie conjunta de 621.600 km2, son Madagascar (la más considerable del continente), Zanzíbar, Pemba, Mauricio, Reunión, Seychelles y Comores en el océano Índico; Santo Tomé y Príncipe y Bioko en el golfo de Guinea; Santa Elena, Ascensión y las islas Bissagos en el Atlántico sur; y las islas de Cabo Verde, Canarias y Madeira en el Atlántico norte.

2.2 Historia geológica

Un inmenso escudo continental de rocas precámbricas, emparentado por su edad e historia con las cordilleras brasileñas de América Latina, se despliega al sur del Atlas hasta el cabo de Buena Esperanza (Sudáfrica). Al este, el escudo engloba dos masas continentales, la península Arábiga y Madagascar, que se separaron de África a lo largo del periodo terciario (véase Tectónica de placas). Entre estas antiguas rocas se han encontrado algunos de los primeros rastros de vida en la Tierra (microorganismos fósiles de 3.200 millones de años). Geológicamente, los montes Atlas del norte de África conforman Europa, ya que eran ocasionados por las mismas fuerzas que desarrollaron las cordilleras alpinas de Europa central y meridional.

Las fuerzas tectónicas que separaron África y América Latina a lo largo de la división del continente de Gondwana, hace 150 millones de años (véase Jurásico), han seguido activas a lo largo de etapas más cercanas, al formarse el Gran Rift Valley en África oriental a lo largo del terciario y desencadenar las erupciones de los montes volcánicos Kenia y Kilimanjaro.

2.3 Suelos

Por causa de que el continente africano no estuvo cubierto por el mar a lo largo de millones de años, los suelos se han desarrollado independientemente, especialmente debido a cambios meteorológicos. Pocos suelos se han bonificado de la tierra transportada por ríos o corrientes oceánicas. En su mayoría, los suelos africanos padecen un drenaje irregular y no presentan mantos acuíferos definidos. La mayoría son casi áridos por causa de la lixiviación mineral que producen las fuertes lluvias y a las altas temperaturas. Los terrenos desérticos (aridisoles y entisoles), que contienen poca materia orgánica, igualmente entienden grandes extensiones. Algunos de los suelos más exuberantes son los molisoles, igualmente conocidos como chernozems o tierras negras, en África oriental, y los alfisoles y los podsoles en las zonas del sur y del oeste de África.

2.4 Hidrografía

Los ríos de África se pueden agrupar conforme la vertiente hidrográfica y cuenca a la que pertenecen. En la vertiente mediterránea, los ríos acostumbran ser cortos y estrechos, a excepción del Nilo, que es el más largo del planeta; en la franja desértica abundan los uadis, cursos de agua intermitentes que ocasionalmente llegan al mar. Los ríos de la vertiente atlántica son más largos y caudalosos, y llegan a ser navegables en gran parte de su curso; sobresalen el Níger, el Congo (el más caudaloso del continente), el Orange, con su afluente el Vaal, y el Senegal. Los ríos de la vertiente índica son más cortos que los de la atlántica; entre los más significativos se juzgan el Limpopo y el Zambeze (en cuyo curso fluvial se hallan las cataratas Victoria). Con la excepción de la cuenca del lago Chad, todas las demás tienen salida al mar y están recortadas por abruptas cataratas que imposibilitan la navegación.

Las penetrantes fosas tectónicas de las montañas orientales (zona ecuatorial del Gran Rift Valley) contienen gran número de lagos; es la región de los Grandes Lagos africanos, que incluye los lagos Turkana (igualmente denominado Rodolfo), Alberto, Eduardo, Tanganica, Malawi y Tana. El lago Victoria, el más considerable de África y el tercero del mundo, no es, sin embargo, parte de ese sistema lacustre; engloba una depresión poco penetrante en las montañas orientales. El lago Chad ha reducido su superficie a lo largo de las últimas décadas en parte por causa de las desviaciones de sus aguas para la irrigación.

Lograr un control eficaz de suministro de agua es un conflicto significativo en África. Junto a monumentales extensiones que cuentan con insuficientes e irregulares precipitaciones en forma de lluvia, existen otras extensiones que padecen inundaciones periódicas y precisan medidas de control para soslayarlas. Se han construido copiosas presas y embalses con el propósito de regular el caudal de los ríos y encauzar el agua para hacer regadíos y centrales hidroeléctricas; sobresalen el Nasser, consecuencia de la construcción de la presa de Asuán, y el Volta, formado por la presa de Akosombo. Los copiosos ríos y cataratas (Kabalega, Tugela, Victoria…) recomiendan que África ofrece el 40% del total de la potencia hidroeléctrica mundial.

2.5 Clima

En general, el clima de África es uniforme y sobresalen los tipos cálidos por causa de la posición del continente en la zona tropical, el impacto de ciertas corrientes oceánicas y la ausencia de cadenas montañosas que sirvan de barrera climática.

Los climas se repiten de forma simétrica al norte y al sur del ecuador, que pasa el continente por la mitad. En África intertropical sobresalen los climas cálidos, que presentan altas temperaturas a lo largo de la totalidad del año y cuyas precipitaciones disminuyen desde el ecuador hacia los trópicos, dando lugar a la sucesión de climas ecuatorial, tropical y desértico. El clima templado de tipo mediterráneo aparece solo en las zonas excesivas meridional y septentrional del continente y se caracteriza por una sequía estival y una vegetación adaptada a la alternancia de inviernos húmedos y fríos con veranos calurosos y secos. El clima de alta montaña se da en las tierras de mayor altitud del continente, donde las cimas están cubiertas por las nieves perpetuas.

De este modo pues, el centro del continente y la costa oriental de Madagascar presentan un clima ecuatorial, de lluvias rebosantes (1.800 mm anuales) y temperaturas elevadas (26,7 ºC). En la costa del golfo de Guinea las precipitaciones se concentran en una estación, aunque en ningún mes faltan lluvias. El clima tropical engloba una quinta parte de África y se caracteriza por una estación húmeda a lo largo de los meses de verano y una estación seca en los meses de invierno; el total de precipitaciones de lluvia se diferencia desde los 500 mm a más de 1.550 mm anuales. Lejos del ecuador, al norte y al sur de la región tropical, la media de precipitaciones oscila entre los 250 y los 500 mm anuales.

África tiene un área de clima árido o desértico más considerable que cualquier otro continente, con la excepción de la mayor isla de Oceanía, Australia. Cada una de estas zonas (el Sahara al norte, el Cuerno de África al este y los desiertos Kalahari y Namibia al suroeste) recibe unas precipitaciones anuales inferiores a los 250 mm. En el Sahara, la oscilación térmica diaria y estacional es grande; la temperatura media en julio supera los 32,2 °C y a lo largo de la estación fría la temperatura nocturna frecuentemente se precipita por debajo de los cero grados.

2.6 Recursos minerales

África es muy rica en recursos minerales; cuenta con la mayoría de los minerales conocidos, muchos de los cuales se hallan en cuantías significativos, aunque su distribución geográfica es irregular. Hay grandes yacimientos de combustibles fósiles como el carbón, petróleo y gas natural. África tiene algunas de las más grandes reservas mundiales de oro, diamantes, cobre, bauxita, manganeso, níquel, platino, cobalto, radio, germanio, litio, titanio y fosfatos. Otros significativos recursos naturales son el mineral de hierro, el cromo, el estaño, el cinc, el plomo, el torio, el circonio, el vanadio, el antimonio y el berilio. Igualmente hay cuantías explotables de arcillas, mica, azufre, sal, natrón, grafito, piedra, caliza y yeso.

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