Expansión económica en Asia

La expansión financiera e industrial ha transformado a algunos países asiáticos en jefes mundiales en riqueza y producción industrial. A lo largo de la década de 1970, Japón desplazó a los Estados Unidos en la producción de automóviles, artículos electrónicos y acero.

En el suroeste de Asia, las exportaciones de petróleo produjeron la producción de monumentales riquezas entre un círculo limitado de familias y clanes. Pero, aunque grandes sumas de dinero terminaron en manos privadas, una parte considerable se usó en programas sociales y de modernización. Miles de jóvenes que estudiaban en el extranjero retornaron y demandaron un cambio más veloz de lo que podían admitir los gobiernos o los elementos conservadores religiosos. Tal clima social y político fue el que precedió a la Revolución Islámica iraní de 1979.

El petróleo igualmente se transformó en una potente arma política. A lo largo del conflicto bélico del Yom Kippur de 1973, los productores de petróleo árabes establecieron un embargo a los países que secundaron a Israel. Las naciones exportadoras de petróleo, en acción conjunta, subieron los precios del crudo durante el final de la década de 1970 e hicieron una severa inflación y recesión en los países importadores de petróleo, que precipitó el incremento de la deuda de muchos países en vías de desarrollo. La Guerra Irano-iraquí, que en un principio pareció amenazar la producción de petróleo, definitivamente provocó una reducción de los precios del crudo, pues fomentó la desunión entre los países productores de Oriente Próximo. La invasión iraquí de Kuwait, en 1990, igualmente afectó a la producción, por causa de que los pozos petrolíferos fueron incendiados por las fuerzas iraquíes en renuncia, tras su derrota en el conflicto bélico del Golfo Pérsico en 1991. Adicionalmente, el conflicto bélico destapó la fragilidad de la situación política en Oriente Próximo.

Mientras los conflictos del golfo Pérsico trastornaban las economías de los países de Oriente Próximo, Vietnam sobrellevó una larga guerra civil entre el norte y el sur, al igual que Laos y Camboya, motivadas por convulsiones internas. China, por otro lado, tras detener su progreso interno y el de la región debido a su separación con la Unión Soviética y a la Revolución Cultural, inició desde la década de 1980, tras el fallecimiento de Mao, una clara recuperación y despegue en el terreno económico, una sucesiva reducción de la cooperación del Estado en la economía y un estímulo de la compañía privada. El poder político, sin embargo, se sostuvo en manos del Partido Comunista de Vietnam.

A pesar de los múltiples conflictos surgidos entre los países integrantes del continente asiático, motivados por enfrentamientos ideológicas y territoriales, así como de las dificultad políticas que periódicamente se producen en cada país (debido a la ausencia de libertades y derechos democráticos), amplios sectores de Asia gozaron, durante la década de 1980 y la primera mitad de la década de 1990, de un importante crecimiento económico y perfeccionaron sus niveles de vida, si bien el reparto de la riqueza no se efectuó tal y como demandaban la mayoría de sus habitantes y los organismos internacionales. Esta coyuntural mejora financiera y social sobrellevó, además, un duro revés con la dificultad financiera que detonó en 1997 en los países asiáticos más desarrollados, como Japón, Corea del Sur, Indonesia y Malaysia.

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