Evolución de las obras escritas proféticas del Antiguo Testamento

Muy pocas obras escritas proféticas, si acaso, fueron escritas en su integridad por la persona con cuyo nombre han sido denominadas. Podemos añadir además, que, en la mayoría de los casos, inclusive las palabras del profeta único fueron registradas por otros. La historia de Baruc, escriba de Jeremías (Jer. 36 y igualmente Is. 8,16) ilustra uno de los métodos con los que las palabras pronunciadas por los profetas se transformaron en libros. Las múltiples expresiones de los profetas deben de haber sido recordadas y recopiladas por sus incondicionales y, conforme lo indicaran las circunstancias, transcritas. Después, la mayoría de las obras escritas fueron editadas y aumentadas. Por ejemplo, en el momento en que Amós (c.7 55 a.C.) se usó en tiempos del exilio, se le dio un final nuevo y optimista (Am. 9,8-15). Isaías evidencia siglos de la historia israelita y la obra de varios profetas y otras personalidades; Is. 1-39 se encarga especialmente en el profeta único (742-700 a.C.); los capítulos 40 al 55 son obra de un profeta ignorado del exilio, denominado Segundo Isaías (539 a.C.); y los capítulos 56 al 66, citados con el Tercer Isaías, provienen de diversos escritores de la etapa ulterior al exilio.

— 124 visualizaciones.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *