Economía de Castilla y León

La agricultura supone solamente el 10% del producto interior bruto (PIB) de la comunidad, sin embargo simboliza el 15% de la producción final agraria española. La cebada, las leguminosas, la remolacha azucarera (betabel) y las ovejas (borregos) son los productos agropecuarios más importantes de un campo que practica cada vez más los cultivos intensivos, causa y consecuencia del intenso éxodo rural.

Los cereales son característicos de las tierras de secano, en las que el barbecho está en retroceso. La cebada se ha transformado en el producto destacado, desplazando al trigo a un segundo lugar. La producción de girasol, patatas (papas), leguminosas y viñedo ha quedado relegada a extensiones muy específicas, conforme su calidad y prestigio comercial.

Las tierras de regadío ocupan una prolongación muy inferior a las de secano, sin embargo conforman la gran alternativa del paisaje agrario. Su continua expansión está conectada con el aprovechamiento de las aguas de los ríos al cimentarse una holgada red de embalses y la perforación de pozos para que afloren las aguas subterráneas; es el área de la remolacha azucarera, las plantas forrajeras, los cereales y las patatas. En las cercanías de los núcleos urbanos las tierras de regadío aumentan su productividad y se cultivan, además, hortalizas, maíz, leguminosas y lúpulo.

La cabaña ovina tiene gran valor y sigue practicándose, mayoritariamente, en régimen de trashumancia. La cría de toros de lidia destaca en Salamanca. Han suceso su aparición grandes y modernas granjas de vacuno que destinan su producción al abastecimiento de las ciudades, aunque siguen perviviendo pequeñas explotaciones agrícolas o ganaderas que tienen serios impedimentos para sobrevivir.

La producción de energía hidroeléctrica y termoeléctrica es una de las actividades más importantes de la comunidad, suministrando el 20% de la energía eléctrica española. En el cauce del bajo Duero se ha construido un gran complejo a base de embalses y centrales, como las de Almendra-Villarino, Aldeadávila, Saucelle o Villalcampo, mientras que las centrales térmicas de Compostilla, Anllares, La Robla y Velilla se localizan en las montañas de León y Palencia para emplear los ricos yacimientos de hulla y antracita.

La producción industrial casi alcanza el 30% del PIB regional. Tradicionalmente se encontraba centrada en la producción textil de Béjar, Medina del Campo y Palencia, en la industria azucarera de León, Toro o Benavente, y en la del cuero de la provincia de Salamanca. Los polos de desarrollo de Valladolid y de Burgos favorecieron la concentración industrial; en ellos destacan la fabricación de automóviles, productos químicos y agroalimentarios. Igualmente hay actividad fabril en León, Palencia, Aranda de Duero y Miranda de Ebro.

El sector servicios, especialmente el turismo, ocupa, desde la década de 1960, más de la mitad de la riqueza regional.

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