Dioses mayas

Los dioses mayas se diferencian por su naturaleza antropomorfa, fitomorfa, zoomorfa y astral. La figura más importante del panteón maya es Itzamná, deidad autor, señor del fuego y del corazón. Representa el fallecimiento y el renacimiento de la vida en la naturaleza. Itzamná se vincula con la deidad Sol, Kinich Ahau, y con la diosa Luna, Ixchel, representada como una antigua mujer endemoniada. Algunos entendidos piensan que su nombre deriva de las palabras con que supuestamente se definió ante los hombres: “Itz en Caan, itz en muyal” (“Soy el rocío del cielo, soy el rocío de las nubes”). Pero igualmente parece que significa “hogar de la iguana” y, conforme a esta idea, habría cuatro itzamnás, correspondientes a las cuatro direcciones del universo. Cuatro genios o deidades, los Bacabs, por otra parte, aparecen como sostenedores del cielo, citados con los cuatro puntos cardinales que, a su vez, se asocian con colores simbólicos (Este: rojo; Norte: blanco; Oeste: negro; Sur: amarillo), un árbol (la ceiba sagrada) y un ave. Según otra versión, los pueblos mayas serían hijos de Hunab Ku, ser supremo y omnipotente.

Chac, que se destacaba por su larga nariz, es la deidad de la lluvia y suele aparecer multiplicado en chacs, deidades que producen la lluvia vaciando sus calabazas y desprendiendo hachas de piedra. Las uo (ranas) son sus contertulios y actúan como comunicadoras de la lluvia. Ligado con la vegetación y con el alimento primordial entre los mayas y otras culturas precolombinas se encontraba la joven deidad del maíz, Ah Mun, en frecuente lidia con la deidad de la muerte, Ah Puch, señor del noveno infierno, deidad de la muerte. Otras deidades asociadas con las tinieblas y la muerte son Ek Chuah, deidad negra de la guerra, de los mercaderes y de las plantaciones de cacao. Sobresale igualmente Ixtab, diosa de los suicidios.

La similitud y los contactos entre la cultura maya y la azteca expresan el surgimiento entre los mayas de la serpiente emplumada (Quetzalcóatl), que recibe el nombre de Kukulcán en Yucatán y de Gucumatz en las tierras altas de Guatemala.

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