Irlanda es un país preponderantemente rural y sus primordiales desafíos ambientales se relacionan con las prácticas agrícolas. La agricultura se ha intensificado en las últimas dos décadas, aumentando el uso de pesticidas y fertilizantes, lo que ha aumentado la contaminación química en los vertidos, corrientes y estuarios. La erosión y el agotamiento del suelo son frecuentes. Hay partes del mar de Irlanda contaminadas con desechos nucleares provenientes del Reino Unido.
Irlanda tiene una biodiversidad parcialmente baja sin embargo tiene un gran número de hábitats estrambóticos, importantes para la vida salvaje, incluidas las aves migratorias. Las regiones costeras tienen muchos tipos de humedales de gran relevancia para las aves acuáticas y otras especies. Los biomas más amenazados son las turberas en manto y salientes. Son humedales naturales que han sido estallados durante siglos para hacerse con la turba, que se emplea como combustible doméstico y para alimentar las instalaciones de plantas eléctricas. Las prácticas de silvicultura modernas han plantado cerca de un 5% de la superficie con coníferas exóticas, mayormente en zonas de turba. La conservación de las turberas que aún hoy se preservan es una precedencia tanto para Irlanda como la Unión Europea (UE).
Irlanda preserva cinco parques nacionales y 300 bosques públicos, incluidos 12 parques forestales. Se han admitido dos enclaves como reserva de biosfera bajo el programa El Hombre y la Biosfera de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Irlanda, siguiendo con lo establecido en directivas medioambientales de la UE, ha denominado 20 zonas de protección especial y 14 reservas biogenéticas; todo esto sumado a las reservas naturales y extensiones de interés científico, dan un total de en torno a un 0,74% (2007) del territorio nacional.
Irlanda ha ratificado conformidades medioambientales internacionales relativas a contaminación atmosférica, cambios climáticos, cambios medioambientales, residuos amenazadores, vertido de residuos al mar, prohibición de realizar ensayos nucleares, capa de ozono, madera tropical, zonas húmedas, caza de ballenas, y ha sellado pactos sobre biodiversidad, desertización, especies en peligro de extinción, leyes del mar y vida marina.
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