Latinoamérica o América Latina, en sentido amplio, comprende la totalidad del territorio americano al sur de Estados Unidos. En sentido más estricto, Latinoamérica engloba todos los países que eran colonias de España, Portugal y Francia. Dado que los idiomas de estos países provienen del latín, el término Latinoamérica ha servido para designar a las naciones que eran sus colonias en el Nuevo Mundo.
Con los viajes de Cristóbal Colón entre 1492 y 1594, los navegantes europeos aparecieron, apresaron y colonizaron para las Coronas de España y Portugal los extensos territorios del Nuevo Mundo. Desde las bases que habían establecido en las islas del mar Caribe, los españoles extendieron la conquista a Centroamérica, México y Perú, subyugando a los pueblos que hallaron a su paso. A finales del siglo XVI habían ocupado prácticamente la totalidad de América Latina y Centroamérica, así como la parte de Norteamérica que queda al sur del actual límite meridional de Estados Unidos. Los portugueses se establecieron en las costas del actual Brasil. Los conquistadores introdujeron los preceptos del Derecho romano en relación a legislación y administración de justicia, el cual fue aplicado por la burocracia del sistema colonial e impuesto a través del idioma, la religión, la cultura y las fundaciones de los españoles y los portugueses sobre la población nativa. El destacado elemento unificador de toda esta amalgama colonizadora fue la Iglesia católica: el clero ejerció un significativo papel en la conversión de la población indígena a la cultura hispánica y fue el agente responsable de diseñar la totalidad del sistema educativo en las colonias, además de cimentar hospitales y otras fundaciones caritativas. La Iglesia fue igualmente el destacado agente económico y, con la única excepción del gobierno real, la más considerable propietaria de tierras en las colonias. Los clérigos ocuparon altos cargos en el gobierno virreinal, desde banqueros a guías espirituales.
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