Características generales del judaísmo

Considerando su rica y compleja tradición religiosa, el judaísmo jamás ha sido una organización monolítica, aunque sus diferentes formas históricas han compartido algunos aspectos caracterizadores. La destacada característica común es la del monoteísmo revolucionario, esto es, la convicción de que un solo Dios trascendente creó el Universo y que, privilegiadamente, sigue gobernándolo. Profundizando en este monoteísmo, se da la convicción teológica de que el mundo es inteligible porque hay una inteligencia divina y fruto de una causalidad intencional que lo sustenta. Nada es en la humanidad fruto de la casualidad; en sentido último, todo tiene un significado. La inteligencia divina se manifiesta a los judíos tanto en su orden natural, a través de la producción, como en su orden histórico-social, a través de la manifestación. El mismo Dios que creó el mundo se demostró a los israelitas en el monte Sinaí. El contenido de esta manifestación es lo que constituye la Torá (esto es, la ‘ley’), la intención de Dios para la humanidad expresada a través de mandamientos (mitsvot) por los que las personas tendrían regir sus vidas en mutua interacción entre ellos y Dios. La humanidad puede transformarse en parte amable del cosmos si vive de conformidad con las leyes de Dios, y sometiéndose a la intención divina.

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