Caída del Imperio Romano

Los cortos reinados de Publio Helvio Pertinax (193) y Didio Severo Juliano fueron seguidos por el de Lucio Septimio Severo (193-211), primer emperador de la breve dinastía de los Severos. Los emperadores de este linaje fueron: Caracalla (211-217), Publio Septimio Geta (211-212, compartiendo el primer año de reinado de su hermano Caracalla), Heliogábalo (218-222) y Severo Alejandro (222-235). Septimio Severo fue un hábil gobernante; Caracalla fue célebre por su inhumanidad y Heliogábalo por su corrupción. Caracalla entregó en el año 212 la ciudadanía romana a todos los hombres libres del Imperio romano a fin de poder gravarlos con los impuestos a los que sólo se encontraban sometidos los habitantes. Severo Alejandro destacó por su justicia y sabiduría.

El periodo ulterior al fallecimiento de Severo Alejandro (235) fue de gran confusión. De los 12 emperadores que administraron en los 33 años posteriores, casi todos murieron agitadamente, por lo general a manos del Ejército, quien igualmente los había entronizado. Los emperadores ilirios, nativos de Dalmacia, consiguieron que se realizara una etapa breve de paz y bienestar. Esta nueva dinastía incluyó a Claudio II el Gótico, que rehusó a los godos, y Aureliano, quien entre el 270 y el 275 derrotó a los godos, germanos y a la reina de Palmira, Septimia Zenobia, la cual había ocupado Egipto y Asia Menor, restaurando la unidad del Imperio durante algún tiempo. A Aureliano le siguieron una serie de emperadores parcialmente insignificantes hasta el ascenso al cetro en el año 284 de Diocleciano.

Gobernante capaz, Diocleciano llevó a cabo un buen número de reformas sociales, financieras y políticas: eliminó los privilegios financieros y políticos que habían disfrutado Roma e Italia a costa de las provincias, intentó regular la ascendente inflación mediante el control de los precios de los alimentos y de otros artículos básicos, así como del salario máximo de los jornaleroes, instituyó un nuevo método de gobierno en el cual él y Aurelio Valerio Maximiano compartieron el título de augusto, a fin de establecer una administración más estable en todo el Imperio. Sus poderes fueron denegados por el nombramiento de dos césares, Galerio y Constancio, instaurando así el régimen de tetrarquía (dos auagrados y dos césares). Diocleciano controlaba Tracia, Egipto y Asia, mientras que su césar Galerio administraba las provincias danubianas. Maximiano administraba Italia y África y su césar Constancio, Hispania, la Galia y Britania. La tetrarquía creó una maquinaria administrativa más sólida sin embargo creció la ya grande burocracia gubernamental con cuatro sectores imperiales y sus correspondientes empleados públicos, lo que supuso una grande carga financiera para los limitados recursos imperiales.

Diocleciano y Maximiano abdicaron en el 305 y dejaron a los dos nuevos césares sumergidos en una guerra civil, que no acabó hasta la ascensión del hijo de Constancio Constantino I el Grande en el 312. Constantino, que había sido con precedencia césar en Britania derrotó a sus contrincantes en el combate por el poder y reunificó el Imperio de Occidente bajo su mando. Tras derrotar en el 324 a Licinio, emperador de Oriente, Constantino quedó como único gobernante del mundo romano. Se transformó al cristianismo, que había suceso su aparición durante el reinado de Augusto y que, pese a las copiosas persecuciones de que fue objeto, se había divulgado durante el mando de los últimos emperadores y, a finales del siglo IV, se transformó en la religión oficial del Imperio. Constantino fijó la capital en Bizancio, ciudad reconstruida en el 330 y rebautizada con el nombre de Constantinopla (actual Estambul). Elfallecimiento de Constantino (337) marcó el comienzo de el conflicto bélico civil entre los césares contrincantes, que continuó hasta que su único hijo vivo, Constancio II reunificó el Imperio bajo su mando en el 351. Fue acontecido por Juliano el Apóstata, conocido por tal nombre debido a su desiste al cristianismo, y éste por Joviano (363-364).

Tras esto el Imperio volvió a escindirse, aunque bajo el reinado de Teodosio I estuvo unido por última vez tras el fallecimiento del emperador de Occidente Valentiniano II. Cuando falleció Teodosio (395), sus dos hijos se repartieron el Imperio: Arcadio se transformó en emperador de Oriente (395-408) y Flavio Honorio en emperador de Occidente (395-423).

En el siglo V las provincias del Imperio romano de Occidente se arruinaron por los impuestos exigidos para la conservación del Ejército y de la burocracia; igualmente debido a el conflicto bélico civil y de las invasiones de los pueblos germanos. Al principio la política conciliadora con los invasores al nombrarles para puestos militares en el Ejército romano y administrativos en el gobierno, tuvo éxito. Pero, los pueblos invasores del Este emprendieron gradualmente la conquista del Occidente y a finales del siglo IV Alarico I, monarca de los visigodos, ocupó Iliria y arrasó Grecia; en el 410 conquistó y saqueó Roma, sin embargo falleció poco después. Su sucesor Ataúlfo (410-415) dirigió a los visigodos a la Galia y en el 419 el monarca visigodo Valia recibió autorización del emperador Flavio Honorio para asentarse en el suroeste de la Galia, donde fundó un reino visigodo. En torno a estas fechas los vándalos, suevos y alanos ya habían irrumpido Hispania, por lo que Flavio Honorio se vio empujado a considerar la autoridad de estos pueblos sobre esa provincia. A lo largo del reinado de su sucesor, Valentiniano III, los vándalos, bajo el mando de Genserico apresaron Cartago, mientras que la Galia e Italia eran invadidas por los hunos, encabezados por Atila. Éste marchó primero sobre la Galia sin embargo los visigodos, ya cristianizados y leales a Roma, le hicieron frente. En el año 451 un ejército de romanos y visigodos, mandado por Flavio Aecio, derrotó a los hunos en el combate de los Campos Cataláunicos. En el año próximo Atila invadió Lombardía, sin embargo no pudo continuar avanzando hacia el sur y falleció en el año 453. En el 455, Valentiniano, último miembro del linaje de Teodosio en Occidente, fue asesinado. En el periodo comprendido entre su fallecimiento y el año 476 el título de emperador de Occidente fue ostentado por nueve mandatarios, aunque el verdadero poder en la sombra era el general romano de origen suevo Ricimer, denominado igualmente el ‘proclamador de soberanos’. Rómulo Augústulo, último emperador de Occidente, fue depuesto por el jefe de los hérulos Odoacro, a quien sus tropas estableceron monarca de Italia en el año 476. El Imperio de Oriente, igualmente denominado Imperio bizantino, perduraría hasta 1453.

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