Arte chino en las dinastías Ch’in, Han y las Seis dinastías

La dinastía Ch’in tuvo un importante papel en la historia de China, pese a su brevedad (221-206 a.C.). El debilitamiento político del imperio Zhou oriental concluyó con la consolidación del poder del emperador Qin Shi Huangdi, del que procede el nombre de China. A su fallecimiento, este fuerte gobernante fue enterrado en la provincia noroccidental de Shanxi, en un túmulo funerario macizo, descubierto en 1974. En esta sepultura real han brotado más de 6.000 figuras de terracota (entre hombres y caballos) destinadas a resguardar la cripta. Representan uno de los regimientos del emperador, compuesto por oficiales perfectamente provistos, aurigas y arqueros, así como jóvenes militares de a pie. Este ejército de terracota se encontraba pintado con una holgada variedad de brillantes colores que el paso del tiempo se ha responsable de apagar. A pesar de que ya hacía tiempo que se habían abandonado los sacrificios humanos, propios de los enterramientos Shang, el anhelo de protección durante el viaje al más allá seguía siendo un importante elemento en las prácticas funerarias.

El segundo gobernante Ch’in no fue capaz de preservar el poder de su padre, y el control sucedió a manos de la dinastía Han en el año 206 a.C. Los Han administraron China durante más de 400 años (desde el 206 a.C. hasta el 220 d.C.), periodo de gran relevancia para la historia del arte chino.

1. Pintura

Este arte, que tuvo sus iniciales expresiones a finales de la dinastía Zhou, floreció durante el periodo Han. Las sepulturas seguían siendo el propósito primordial de artistas y arquitectos y los asuntos pictóricos más frecuentes eran capítulos de la vida en el más allá y leyendas de antiguos titanes. Estas pinturas revelan una incuestionable tentativa —no hallada hasta ese momento en el arte chino— de representar el espacio y la distancia. Igualmente durante este periodo florecieron los primeros e incipientes elementos de representación del paisaje, aunque se limitan a algún arbolito o montaña. Las escrituras históricas de la etapa indican que los palacios se encontraban ornamentados con grandes retratos de los emperadores y con murales. Desgraciadamente ninguna de estas obras ha ido hasta nosotros.

2. Tumbas y objetos funerarios

Las figurillas cerámicas, como las de la imagen, fueron desarrolladas comúnmente en China durante la dinastía Han (206 a.C. a 220 d.C.) para ser enterradas junto al difunto. Conocidas como ming-qi, estas figurillas eran de tamaño pequeño y, por lo general, representaban a personas reales.

Las pinturas que decoraban las sepulturas han sin rastro igualmente y apenas se conserva la parte arquitectónica de éstas. La literatura Han describe espléndidos palacios imperiales derribados hace mucho tiempo. La elaborada construcción de las sepulturas habla de la sofisticada tecnología que existía en materia de arquitectura: las bóvedas y las columnas vinieron a sustituir a las estructuras de madera y de tierra prensada de las dinastías previas. Dentro de las sepulturas Han había gran profusión de objetos en miniatura, que en términos generales reproducían las posesiones, animales o edificios del difunto. Se llamaban ming-qi (bienes espirituales) y solían estar desarrollados en cerámica vidriada o pintada con vivos colores. Igualmente había miniaturas de la casa, del corral, de los animales domésticos y criados favoritos, y un surtido de objetos de uso ordinario.

A pesar de que la popularidad de los ming-qi hizo descender la calidad de los objetos de las sepulturas Han, se han encontrado algunos ejemplos de grande valor que pueden competir con los enterramientos Shang. Las cámaras mortuorias subterráneas del príncipe Liu Sheng y de su cónyuge Tou Wan (muertos hacia el 120 a.C.), descubiertas en 1968 en la provincia de Hebei, contenían un gran despliegue de artículos de laca, sedas, cerámica y vasijas de bronce, algunos dorados y otros con incrustaciones de oro. Los dos cuerpos se encontraban envueltos en vestidos de jade, desarrollados con trocitos rectangulares de esta piedra unidos con hilos de oro. Cada traje lleva más de 2.000 piezas de jade que, en China, simboliza la vida eterna. Según los arqueólogos se tardó más de diez años en confeccionar cada traje.

La riqueza de la corte Han no pudo prevenir el destronamiento de la dinastía en el año 220 d.C. Los siglos que siguieron, durante los cuales los clanes contrincantes procuraron de manejar partes del imperio, es conocido como el periodo de las Seis Dinastías (220 d.C.-581 d.C.). A lo largo de este periodo el arte recibió la influencia de nuevas ideas y conceptos religiosos, como el confucianismo y el taoísmo, que favorecieron un cambio de asuntos y estilos. El ideal confuciano encontraba su expresión más popular en las escenas de piedad filial, mientras que los taoístas, amantes de la naturaleza, se inclinaban por los paisajes y las leyendas conocidos.

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