Argelia independiente

Los acuerdos de Evian estipularon la independencia inminente para Argelia, incluyendo la ayuda especial de Francia para abastecer la modernización del país tras ocho años de guerra. Los franceses consiguieron conservar su presencia en el Sahara argelino, gracias a los considerables progresos desarrollados por sus técnicos para el aprovechamiento de los depósitos de petróleo y gas. Por su parte, el FLN garantizó la protección y plenos derechos ciudadanos para el resto de la población europea, que tras una etapa de tres años tomar la elección entre la ciudadanía argelina o francesa.

Los costes materiales y humanos del conflicto bélico fueron cuantiosos. Las víctimas francesas se aumentaron a 100.000 y las argelinas a más de 1 millón, mientras que 1,8 millones se habían transformado en refugiados. Alrededor de 150.000 musulmanes favorables al mantenimiento de la vinculación con Francia fueron perseguidos por el FLN tras el alto el fuego.

La salida de los europeos privó a Argelia de casi toda su mano de obra especializada. Para empeorar las cosas, las pugnas entre facciones dentro del FLN, mantenidas en un segundo plano durante el conflicto bélico, se realizaron más incuestionables. En un encuentro en Trípoli, Libia, los jefes del FLN admitieron una carta que declaraba a Argelia un país de régimen socialista, con el Frente como la única organización política legal. La autoridad máxima sería ejercida por el consejo central del FLN, en tanto que la economía estaría controlada por el Estado, pasando las antiguas tierras propiedad de los colons a ser gestionadas por consejos de trabajadores.

En poco más se pusieron de conformidad los jefes y pronto detonó una guerra abierta entre las diferentes facciones. El coronel Huari Bumedián, jefe del Estado Mayor del Ejército de Liberación Nacional, dio su amparo a Ahmed Ben Bella, quien en septiembre de 1962 fue denominado primer presidente de la Argelia independiente.

Ben Bella fue presidente durante tres años y dirigió el comienzo de los trabajos para regresar a poner al país en funcionamiento. La primera Constitución, aprobada en 1963, fijó una forma presidencialista de gobierno. El único obstáculo a los poderes del presidente venía dado por el voto de censura de los dos tercios de la Asamblea Nacional. Con tal autoridad sin prácticamente restricciones, Ben Bella, transformado en máximo mandatario, y gracias a su prestigio personal, sucedió a estar cada vez más alarmado por el liderazgo de las naciones del Tercer Mundo, al mismo tiempo que se convertía en un gobernante cada vez más autocrático. A mediados de 1965 Bumedián, así pues ministro de Defensa, creyó que Ben Bella había ido demasiado lejos; le arrestó en un revés de Estado sin derramamiento de sangre y asumió el poder supremo.

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