Amianto

Amianto (del griego a-, ‘sin’, y miantos, ‘mancha’), forma fibrosa de varios minerales y silicatos hidratados de magnesio. El nombre igualmente puede aplicarse a las formas fibrosas de calcio y hierro; en el momento en que aparecen ligeramente teñidas reciben el nombre de asbesto. Las fibras de amianto pueden moldearse o tejerse de diferentes maneras. Al no ser inflamable y aislar bien del calor, el amianto se emplea mucho para crear productos ignífugos, como ropa de seguridad para bomberos, y productos aislantes, como los de las tuberías de agua caliente. La primera mención del asbesto se debe a Plinio el Viejo, en el siglo I d.C., aunque la sustancia ya se conocía en el siglo II a.C. Los romanos empleaban el amianto para crear mechas y ropa resistente al fuego, y siglos después Marco Polo advirtió de su utilidad como tela.

Los mayores países productores son Canadá, Sudáfrica y la antigua Unión Soviética.

El amianto puede extraerse a través de múltiples técnicas mineras subterráneas, sin embargo el método más frecuente es el aprovechamiento a cielo abierto. Sólo en torno al 6% del mineral cogido contiene fibras útiles. Las fibras se separan del mineral a través de trituración, succión por aire y bastidores vibrantes, y se clasifican por longitudes o calidades. El sistema de clasificación más empleado, el método de prueba normalizado de Quebec (Canadá), divide las fibras en siete conjuntos: las más largas corresponden al primer grupo y las más cortas, llamadas asbesto molido, al séptimo grupo. La longitud de las fibras, así como la estructura química del mineral, determina el tipo de producto que puede fabricarse con el amianto. Las fibras más largas se usan para tejidos, por lo general asociadas con algodón o rayón, y las más cortas para productos moldeados como las tuberías o defensores.

El amianto se ha empleado en materiales de construcción, textiles, piezas de aviones y misiles, asfaltos y compuestos de calafateo, pinturas y productos de fricción como pastillas de frenos. Pero, la inhalación de polvo de amianto o de asbesto puede crear asbestosis, una afección pulmonar, así como —después de una etapa de latencia de hasta 30 años o más— múltiples formas de cáncer, en especial cáncer de pulmón y mesotelioma, una afección oncológica de la mucosa que recubre las cavidades torácica y abdominal (véase Enfermedades ambientales). Hoy no existen alternativas completamente convenientes para el amianto en numerosas de sus aplicaciones; sin embargo, por causa de los apuros para la salubridad que desarrolla su uso, se ha acelerado la pesquisa para encontrar materiales que lo reemplacen.

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