Almohades

Almohades, integrantes de la dinastía que constituyó un imperio bereber norteafricano que dominó la España musulmana en las últimas décadas del siglo XII y la primera mitad del siglo XIII. Los almohades florecieron como un movimiento religioso reformista que aglutinó a múltiples tribus montañesas del Atlas. Su jefe, Ibn Tudmar (c. 1089-1128), se opuso absolutamente a los almorávides y promovió una reforma que implicaba una reproducción del dogma islámico. Sus incondicionales recibieron el nombre de al-muwahhidun, ‘los defensores de la unicidad’.

Bajo la dirección de Abd al Mumin (1130-1163), apresaron los primordiales enclaves almorávides en el norte de África y en la península Ibérica. En el año 1147 tomaron Marrakech, que se transformaría en la nueva capital del Imperio almohade. Al tiempo que extendían su imperio por las tierras del Magreb, los almohades llevaron a cabo la conquista de al-Andalus, fragmentada nuevamente en reinos de taifas. El dominio de la Península se inició en 1147 con la ocupación de Sevilla, sin embargo no terminó hasta 1172. En esta fecha, el segundo califa almohade Yusuf I (1163-1184) incorporó el reino de Valencia y Murcia, que se había mantenido independiente bajo la soberanía de Ibn Mardanis, conocido como ‘el Rey Lobo’. Sevilla se transformó en la capital andalusí del Imperio almohade.

Consolidada la agrupación de al-Andalus, los almohades intensificaron su ofensiva contra los reinos cristianos. El gran ataque sucedía en 1195. El califa Yusuf II (1184-1199) aplastó al ejército castellano dirigido por Alfonso VIII en la contienda de Alarcos. En los años siguientees, los almohades dirigieron campañas devastadoras contra los límites de León y de Castilla, defendidas por las órdenes militares. La gravedad de la situación forzó a los soberanos cristianos a relegar sus distinciones internas para hacer un frente común contra los almohades. En el año 1212 las tropas cristianas despedazaron al ejército almohade en la contienda de las Navas de Tolosa. Con esta derrota el poder de los almohades en la Península quedó prácticamente aniquilado.

El régimen almohade fue ante todo una tiranía militar. Sus mandatarios, que ejercían un poder definitivo, ostentaron el título de califas, sin embargo no contaron en ningún momento con el amparo popular. Pese a todo, a lo largo de la dominación almohade al-Andalus vivió una etapa de indudable progreso desde el enfoque económico. La cultura y las artes tomaron un nuevo impulso. Los estudios filosóficos reflorecieron en al-Andalus de la mano de Averroes y de Abentofail. La obra más conocida del arte almohade es la Giralda de Sevilla.

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