Almanaques y astrología

Desde sus comienzos, los almanaques contuvieron predicciones del futuro inspiradas en la posición de los cuerpos celestes y, a lo largo de los siglos XV y XVI, el pronóstico del futuro a través de la astrología se transformó en el asunto central de todos ellos. Algunas de las predicciones aparecieron a ser tan estremecedores (algunos llegaban a reportar, inclusive, de que el fallecimiento del monarca se daría lugar a ese mismo año), que el monarca Enrique III de Francia prohibió expresamente que aparecieran predicciones del futuro, del género que fuesen.

Los almanaques del siglo XVI llamados filomatemáticos (porque en sus portadas aparecía esta palabra, que significa amante del conocimiento), servían como almanaques, atlas, consejeros médicos y agrícolas y obras escritas de texto. A pesar de que, por así pues, la astrología se encontraba identificada como una ciencia a la altura de todas las demás, los editores de almanaques solían advertir a los lectores que “las predicciones astrológicas sirven únicamente para divertir y decepcionar al vulgo”.

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