Alí ibn Abi Talib

Alí ibn Abi Talib (c. 600-661), primo y yerno del profeta Mahoma. Está estimado entre los musulmanes suníes como el cuarto y último de los califas justos, sucediendo al profeta Mahoma como jefe de la recién desarrollada comunidad islámica (umma). A discrepancia de los suníes, los devotos chiitas consideran a Alí como el designado de Mahoma, su único sucesor legítimo, y el primero de los imanes. Para imaníes y chiitas ismailíes, Alí es infalible y tiene poderes milagrosos y un conocimiento concedido por Dios. Los espirituals del sufismo le consideran como el padre autor de su movimiento, después de Mahoma, y tienden a situar sus vínculos iniciáticos de autoridad espiritual con precedencia a él. Al igual que los chiitas, los sufíes igualmente le observan como una significativa fuente de conocimiento esotérico.

Según la tradición, Alí nació en La Meca y fue uno de los primeros conversos al islam, arribando a ser uno de los incondicionales más devotos del Profeta. Entre sus cónyuges figura la hija de Mahoma, Fátima, que le dio dos hijos, Hassan y Husayn. Tras el fallecimiento de Mahoma (632), Alí optó al derecho de sucesión al Califato, sin embargo perdió ante los otros tres pretendientes: Abu Bakr al-Siddiq, Umar y Utmán. Con el homicidio del tercer califa, Utmán, Alí se transformó en el cuarto califa en el 656. En el primer año de su califato tuvo que hacer frente a una rebelión en Basora (en el moderno Irak) dirigida por los antiguos colegas del Profeta, Talha y Zubair, junto con Aisha, la más respetada de las viudas de Mahoma. A pesar de que la rebelión fue sofocada en la contienda del Camello en el 656, la disconformidad al derecho de Alí al califato continuó en Siria. Muawiya, administrador Omeya de Siria y pariente del asesinado Utmán, se rebeló contra Alí, cuestionando el derecho de este último al califato con el pretexto de que no había conseguido arrestar y castigar a los asesinos de su pariente Utmán.

Tras la larga y poco decisiva contienda de Siffin en el 657, se considera que Alí fue asesinado en el 661 por un miembro de la secta de los jariyíes que se supone igualmente planeó, sin consiguerlo, el homicidio de Muawiya. Este último se transformó, así pues, en califa del mundo musulmán, trasladando la capital del islam de Medina a Siria (Alí ya la había llevado a Irak) y fundando la dinastía Omeya (661-750). Suníes, jariyíes y chiitas, cuyas representaciones del islam apenas cristalizaron mucho después del fallecimiento de Alí (al menos en sus formas reconocibles), datan los orígenes de sus divisiones religiosas en este primer periodo, y de facto se considera que el término ‘chiita’ procede del árabe shiat Ali, que significa ‘incondicionales de Alí’. Todos los musulmanes que establecen su descendencia a partir de Mahoma lo hacen a través de su hija Fátima y su marido Alí. Hasta hoy han surgido incontables dinastías en el mundo islámico —califales, reales, burocráticas o clericales— que siguen su descendencia desde Alí aunque no todas profesan el chiismo. Entre ellas están incluidos los califas ismailíes chiitas fatimíes de El Cairo, los soberanos Safawíes chiitas imaníes de Irán y los soberanos suníes de Jordania. Hasta hace poco tiempo, los que se decían descendientes de Alí eran tratados como nobles por suníes y chiitas, obtenían limosna y exención de impuestos y el título honorífico de sayyid.

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