Alfombra mágica, alfombra legendaria que vuela por el aire transportando a quien se sienta en ella a donde desee. Aparece en la literatura medieval oriental como, por ejemplo, en el Libro de los muertos tibetano y en el egipcio, así como en el Samaranga Sutradhara, donde se dedican 230 estrofas a esclarecer el vuelo en una de estas alfombras. Hay más ejemplos en el Tíbet, donde se fabricaban legítimas alfombras voladoras con capas de papel unidas con gelatina para hacerlas flexibles y resistentes a los golpes, secándolas después en hornos que utilizaban grasa de yak como combustible.
Antes de que aparecieran en el Tíbet, donde están asociadas a rituales tántricos (véase Tantra) que precisan un adiestramiento especial, la idea de la alfombra voladora pudo evolucionar a partir de los diseños egipcios de cometas o papalotes en torno a los siglos VIII y IX y, después, seguramente a partir de armas semejantes a los cohetes. Igualmente hay indicios de que la postura loto de yoga pudo haberse desarrollado por el menester de conservar, además de la relajación, una estabilidad y un equilibrio extremos a lo largo del vuelo. Para despegar, había que suspender la alfombra en lo alto de un barranco y proyectarse en lo que se supone que sería un sendero natural de vuelo.
Igualmente aparecen alfombras voladoras en la mitología persa, especialmente en Las mil y una noches, que se inspiró en el folclore oriental, muy extendido en todo el medievo.
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