Adulterio

Adulterio, acción de conservar una persona comprometida relaciones amorosas o sexuales con otra persona diferente de aquélla con quien contrajo casamiento.

El adulterio constituye un fenómeno relacional de complejo estudio, puesto que carece de sentido en aquellos entornos humanos donde existen familias polígamas (sean poligínicas o poliándricas) o donde se practica el intercambio sexual protocolario. Por otra parte, en el culto del casamiento establecido en una mayoría de culturas convencionales, queda establecida con preferencia la fidelidad de la cónyuge, lo cual no invariablemente sucede con el marido, cuya fidelidad sexual es menos rígida, especialmente en un orden patriarcal (véase Patriarcado), obviamente machista.

Según los estudios antropológicos de Lucy Mair sobre los usos matrimoniales en ese tipo de sociedad, ‘el marido quiere que su cónyuge sea su compañera sexual y que cocine y cuide su hogar (u organice a la servidumbre para que lo haga). Estos pueden denominarse derechos maritales. (…) Pero la cuestión concerniente a los derechos del padre es más liosa’. En línea con esta reflexión, cabe agregar que la fidelidad de la cónyuge viene a respaldar la seguridad de ese linaje que se instituye y prolonga desde el casamiento. Por tanto, el honor dependerá del juego de fidelidades manifestado en el culto matrimonial. De ahí que un adulterio sea, en ese entorno, la más deshonrosa de las conductas, ya que menoscaba el respeto de la comunidad por el cónyuge traicionado.

Pero, la variable jerarquía de valores con que se juzga el adulterio funciona conforme las normas de parentesco que moderan la conducta del grupo. El modelo familiar de la monogamia, preponderante en la totalidad del globo, ha castigado de muy múltiples formas esta transgresión de la exclusividad sexual. Por ejemplo, el derecho egipcio sancionaba a las adúlteras con la pena capital.

Hasta mediados del siglo XX, las culturas mediterráneas sopesaban a la mujer legítima un objeto de amor deserotizado, ajeno al placer o, en todo caso, al servicio de la concepción de vida, frente al amorío fuera del casamiento, mucho más pasional. La siguiente evolución de ese modelo familiar, propiciada por la razón feminista, ha equiparado gradualmente los papeles de ambos integrantes de la pareja, igualando derechos y responsabilidades. Con ese progreso, el adulterio se ha visto despojado de su grave carácter deshonroso para transformarse en un síntoma de dificultad en la pareja monógama. Un proceso, por otro lado, restringido al entorno occidental, ya que el adulterio femenino sigue siendo una conducta castigada en numerosos países.

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