Adivinación

Adivinación, práctica que pretende conocer conocimientos escondidos y penetrar en los capítulos —pasados, presentes y futuros— a través del contacto directo o indirecto de la inteligencia humana con lo sobrenatural. Esta práctica estuvo estrechamente asociada con la religión entre los paganos, los hebreos y los primeros cristianos.

El contacto con lo sobrenatural se busca generalmente a través de un médium psíquico, una persona supuestamente dotada de una receptividad especial. En la adivinación directa, el médium recibe el conocimiento a través del contacto directo con lo ignorado. El oráculo, un médium o adivino que figuraba como persona destacada en las convicciones de diversos pueblos antiguos, incluyendo Babilonia y Grecia, simbolizaba el método mediúmnico. Los oráculos empleaban varias técnicas para establecer contacto con la deidad. Algunos, como el oráculo de Delfos, entraban en un trance y en esta condición proferían mensajes divinos. Otros practicaron la oniromancia, o adivinación a través de los anhelos, y la necromancia, el arte de suscitar revelaciones de las almas de los muertos. El método directo de adivinación es muy cercano al moderno espiritismo.

La realización del contacto indirecto o artificial con lo sobrenatural depende de la representación de un médium de la conducta de animales y fenómenos naturales que podrían comunicar mensajes de lo sobrenatural. En la antigüedad, los métodos inductivos o artificiales de adivinación más comunes eran el sortear o verter a fortunas; la aruspicina, lectura de las supones de los animales; y la ornitomancia, estudio de la actividad de los pájaros. En la antigua Roma, los augures y sacerdotes llevaban a cabo sus adivinaciones en elaboradas cultos denominadas augurios, donde leían auspicios o pronósticos. Para determinar la intención de los dioses, empleaban la aruspicina, la ornitomancia, y la representación de los anhelos y visiones como formas de adivinación. Estos augures, integrantes de una escuela que existió en Roma desde su fundación hasta finales del siglo IV a.C., detentaban un enorme poder. Ningún romano se embarcaba en una compañía significativa sin haber consultado con los arúspices si los auspicios le eran favorables. Las formas de adivinación inductiva más conocidas en la actualidad son la astrología; la cristalomancia u observación de cristales; la bibliomancia o representación de mensajes confesiones en los libros, en especial en la Biblia; la numerología, el estudio de los números; además de la quiromancia, las hojas de té y las cartas.

La adivinación en China continuó un trayecto diferente. En la dinastía Shang, se grababan y calentaban omóplatos de buey y caparazones de tortugas. De la forma de las grietas formadas en la inscripción después de calentarse se deducía un mensaje. Se considera que el autor de la dinastía Zhou fijó las normas convencionales de las líneas añadiendo los procesos de su significado. Su hijo, el duque de Zhou, se dice que compuso los comentarios. La recopilación de procesos es conocido como Teuan y los comentarios como Yao. En tiempos de Confucio se añadieron escrituras adicionales, las Alas. La consecuencia fue el libro conocido como I Ching (‘Libro de las mutaciones’). Las representaciones que se hallan en las Alas son a veces atribuidas a eruditos de la dinastía Han.

El principio cosmológico que subyace en el I Ching es sencillamente el del cambio. El cambio es el movimiento entre las fuerzas cósmicas del yin y del yang, que están representadas por las líneas enteras y divididas de los patrones convencionales, los ocho trigramas y los 64 hexagramas que se forman a partir de ellos al verter la fortuna (en la actualidad se realiza tirando monedas o separando manojos de palillos de milenrama y calculando su configuración resultante). Tres líneas yin divididas significan tierra; tres líneas enteras yang significan cielo. De este modo, los 64 hexagramas representan todas las circunstancias posibles o cambios en la producción. El estudio de los hexagramas suministrará una descripción del Universo en ese determinado momento, dentro de su proceso eterno de cambio, y dará indicios del avance de su curso futuro.

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