Adelgazamiento, proceso que supone la pérdida de masa corporal. Puede ser extensivo, afectando a la totalidad del organismo, o localizado, como en la atrofia muscular secundaria que genera una inmovilización o reposo prolongado.
El organismo funciona como el balance económico de una compañía: si los ingresos (aporte de calorías) son menores que los gastos, el individuo adelgaza, y si son superiores, engorda (véase Obesidad). Los ingresos pueden disminuir por exigüidad de comida o por mala cometido digestiva. La ingesta insuficiente puede ser exógena (carencia de alimentos) o endógena (anorexia psiquiátrica o secundaria debida a afecciones orgánicas, ayunos y huelgas de hambre). Los cambios digestivos pueden hacerse desde la boca (mala dentición, deglución penetrante) hasta el colon, sin embargo son característicos los cuadros de malabsorción por un funcionamiento defectuoso del intestino delgado. Los gastos metabólicos pueden estar acelerados por razones exógenas (deporte, trabajo) o endógenas (cambios hormonales como el hipertiroidismo, afecciones neoplásicas, cirugía y convalecencia, gestación y lactancia). La masa corporal igualmente se diferencia con la edad. A partir de los 60 años se genera un adelgazamiento normal de un 0,5%, disminuye la masa muscular y aumenta el tejido graso.
Se han ensayado numerosas técnicas de adelgazamiento voluntario; apenas son recomendables las dietas bien controladas, equilibradas, y junto as de un ejercicio físico moderado (véase Nutrición humana). Las dietas desmesuradas y mal controladas producen cuadros de desnutrición selectiva, anemia, atrofia muscular por hipoproteinemia, hipovitaminosis e inclusive desequilibrios iónicos. Las hormonas tiroideas producen sobrecarga cardiaca. Las drogas anorexizantes (anfetaminas) conllevan un alto apuro de adicción. La cirugía de resección parcial gástrica o intestinal puede desencadenar cuadros de desnutrición selectiva y de malabsorción.
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