Adagio, voz italiana que, aunque etimológicamente significa ‘lentamente’ o ‘a su gusto’, su acepción en relación con la música ha diversificado a lo largo de la historia.
A partir del siglo XVII, donde encontramos las iniciales fuentes, hasta la actualidad, compositores y musicólogos le han concedido diferentes significados. En el siglo XVII indicaba, por lo general, un movimiento muy lento; en el XVIII se refería a un tempo ‘sin prisa’ que se tenía que ornamentar inclusive en el momento en que los adornos no aparecían en papel en la partitura; ya en el siglo XIX, indicaba el tempo más lento de todos (sólo adagissimo quedaba por detrás). Hoy día, este término indica que la obra, o parte de ella, debe ser representada en un tempo sostenido, intenso y con una expresividad solemne.
A veces puede ir unido de otras calificaciones, como dolente, expressivo o sostenuto. Son copiosas las composiciones organizadas en diferentes partes, como sinfonías, sonatas o suites, en las que el movimiento más lento se indica con este adjetivo.
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