Ácido sulfúrico

Ácido sulfúrico, de fórmula H2SO4, es un líquido corrosivo, de gran viscosidad, incoloro y con una densidad relativa de 1,85. Tiene un punto de fusión de 10,36 °C, un punto de ebullición de 340 °C y es soluble en agua en cualquier proporción. Al mezclar ácido sulfúrico con agua se libera una considerable cuantía de calor. A menos que la amalgama se agite bien, el agua añadida se puede calentar más allá de su punto de ebullición y la formación inmediata de calor puede hacer saltar el ácido fuera del recipiente (véase Ácidos y bases). El ácido concentrado destruye la piel y la carne, y puede provocar ceguera si se introduce en los ojos. El mejor tratamiento en caso de accidente es eliminar el ácido con grandes cuantías de agua. A pesar del peligro potencial si se maneja sin cuidado, el ácido sulfúrico ha sido muy significativo comercialmente durante muchos años. Los arcaicos alquimistas lo organizaban en grandes cuantías calentando sulfatos existentes en la naturaleza a altas temperaturas y disolviendo en agua el trióxido de azufre conseguido así. En el siglo XV en torno a, se desarrolló un método para hacerse con el ácido, destilando sulfato ferroso hidratado (o vitriolo de hierro) con arena. En 1740 comenzó a hacerse el ácido a escala comercial quemando azufre y nitrato de potasio en un caldero suspendido en un gran globo de cristal, cubierto parcialmente de agua.

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